Para ir haciendo boca, comenzamos con un poema en prosa de nuestro compañero Manuel Vilas, profe de Literatura en el "Avempéis", poeta, narrador, articulista de prestigio, conferenciante... De su libro Calor tomamos este texto.
AMOR MÍO
No voy a estar contigo ni un minuto más. Estoy harta de todas tus patadas. He dicho patadas. Y de tus camisas, de lavarlas y de plancharlas. Qué feas son tus desgraciadas camisas, y eso que las elegí yo. No te quiero, me oyes, es que ya no te quiero nada. No me gusta el fútbol ni el tenis ni las novelas de romanos o de extraterrestres o de dragones o de cofres orientales o de lo que sea que te lees por la noche antes de quedarte dormido como un cerdo. ¿Lo oyes bien? No me gusta nada, nada, nada el fútbol. Me parece una cosa monstruosa, el fútbol. No me gusta tu madre, ni tu hermana, ni tus primos. Que te largues. Llevo diez años a tu lado y en diez años no he abierto la boca. No sabes hacer café. No sabes acariciar. No sabes hacer una tortilla. No sabes llamar al fontanero. No sabes tender. No sabes amar. No sabes sonreír. Y me das tanta pena, porque en realidad es que me das pena. Pena. Sí, pena, porque no tienes culpa de nada. Sí, es verdad, sólo sabes poner el despertador y tomarte una cerveza con los amigos después de currar diez horas seguidas (tranquilo, no me tiraría a tus amigos aunque fuesen los últimos falos erectos sobre la tierra porque son tan monstruosos como tú, monstruosidad no culpable si quieres, pero no más que eso). Eres un Nosferatu posindustrial, amado mío. Diez horas trabajando. Llevo diez años oyendo lo de las diez horas. Diez años a diez horas diarias para nada. "Es que mi trabajo es muy importante", dices. Sí, no veas cómo está cambiando el mundo con tu trabajo. Se nota a diario, sí, el cambio del mundo, por tu voluntad trabajadora. Anda, pon el despertador. Ya tienes planchada la camisa. Mañana tienes mucho trabajo, amor mío. Pobre diablo, que ya no se la encuentra, ni siquiera tiene coraje para buscarse una amante. El tonto de mi marido no sabría qué hacer con una amante. Sí, ya sé que estás trayendo mucho dinero a casa, y ahora compraremos muebles nuevos y cambiaremos el coche. Bien. Es maravilloso. Me tiraría al fontanero, al policía municipal que trae las multas que te ponen por no saber aparcar, al vecino del quinto, al del sexto, al del tercero, y tú nunca notarías nada. Nada de nada notarías. Una mesa de madera maciza un Renault Megane y una semana en Cancún. Tu camisa a cuadros, tu cinturón, tu pantalón de tergal y tus mocasines. Anda, amor mío, yo te pongo el despertador, mañana vas a hacer lo mismo que ayer, qué pasión. Trabaja, amor mío, madruga, amor mío. Tu única voluptuosidad: un frasco de Loewe comprado en el dutty free. Y muérete pronto, amor de mi vida. Me gustará verte morir, ay, eso me pondrá cachonda, eso me abrirá la raja desde Ciudad del Cabo hasta Reikiavik. Muérete pronto, pedazo de cabrón, que me jodes la vida a cada instante, a cada instante.
(De Manuel Vilas, Calor, VI Premio de Poesía Fray Luis de León de la Diputación Provincial de Cuenca, Madrid, Visor Libros, 2008, pp. 50-51)
(En el jurado del premio estaba Luis García Montero, quien señaló que "Calor es un libro muy creativo, que apuesta por un nuevo modo de poesía de crítica social donde se toma conciencia de la realidad, donde se critican las costumbres contemporáneas, donde se mezcla el poema en verso libre con el poema en prosa y donde hay un espíritu crítico muy irreverente y que me parece muy fértil")
Se echaba de menos a Letraherido por aquí. Jaja.
ResponderEliminar¡¡¡dios!!! qué lástima, qué estará pasando en este país con la poesía para llegar a esto
ResponderEliminarPues ya ves, Nilopolodis, tras el verano, vuelta al tajo. ¿Qué tal tú, todo bien? Ya veo que no dejas los "deberes" blogueros. Un saludo.
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