El fuego de San Telmo se suele considerar tanto signo de buen augurio como advertencia de peligro. Es una especie de brillo que se percibe en las puntas de los mástiles de los barcos veleros. Llevan el nombre el patrón de los marineros, san Telmo, al que se suele representar con un barco en una mano y un cirio en la otra.
San Telmo, que en realidad es San Erasmo de Formia, conocido también como san Elmo (del latín sanct(-us) Elmus), es un santo que sufrió persecución y tortura por predicar el Evangelio. Y sobre todo, fue nombrado patrón de los marineros porque continuó predicando después de que un rayo abriera la tierra cerca de él. Este hecho hizo creer a los marinos que, cuando se desata la tormenta en el mar, invocando a San Erasmo, se librarían del peligro de naufragar. Las descargas eléctricas en los mástiles de los navíos fueron consideradas como un signo de su protección y, por ello, fueron llamadas fuegos de San Telmo.
En Tenerife, por ejemplo, hay una playa llamada de San Telmo, en el Puerto de la Cruz. Y podríamos buscar muchas advocaciones más.
El adjetivo fatuo, que significa loco, vano, inane, se aplica también a un tipo de azafrán, el azafrán fatuo, y a un tipo de avena, la avena fatua. El adjetivo procede del latín: fatuo, -a: epíteto latino de fātǔus, -a, -um, insensato, extravagante, loco. Se aplica a una persona engreída tontamente. En portugués existe el verbo enfatuar, que se aplica a la acción de enamorarse locamente.
Y es que el amor tiene siempre un punto de locura. ¿O no?
El martirio de San Telmo consistío en que le abrieron las tripas, le enrollaron los intestinos en un torno y giraron hasta sacárselos todos. La tortura guarda relación con el cabrestante con el que se recoje el cabo del ancla. Todo queda en casa (en el barco, digo).
ResponderEliminarGracias por el... sangriento... comentario, Pompilo. ¡Hay que ver cómo se las gastaban los malos!
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