Marco Valerio Marcial, el más célebre autor de epigramas de Roma, nació en Bílbilis, muy cerca de la actual Calatayud, en el año 40. Vivió en Roma muchos años, donde gozó de merecida fama. Buscó la protección de sus colegas de profesión Quintiliano, Séneca y Lucano e, igual que muchos otros poetas, tuvo que mendigar la ayuda de los poderosos y alabarlos descaradamente. Su primera obra, Liber Spectaculorum, es un elogio sin medida de Tito Flavio Vespasiano cuando erigió el Coliseo. Poco después, consiguió el rango de tribuno, lo que le permitía la exención de impuestos. Digamos que, gracias a su fama y prestigio, se ganó el derecho de volverse crítico, como su amigo Juvenal en sus Sátiras, y escribir treinta y tres libros de epigramas. A los 50 años, harto del mundo adulador y falso de la capital, se retiró a su Bílbilis natal.
Los epigramas son poemas cortos, normalmente jocosos o divertidos, pícaros, burlescos, picantes y, por todo ello, muy populares. El epigrama, se decía ya en tiempos de Marcial, debe ser como una abeja, que es pequeña y produce la dulzura de la miel y deja el escozor del aguijón. Idea que Iriarte expresó así:
“A la abeja semejante,
para que cause placer,
el epigrama ha de ser
pequeño, dulce y punzante”.
Es decir, debe unir miel y hiel. Hay toda una discusión sobre si Marcial es un satírico romano o un prefigurador del realismo español. Es decir, si su vena cáustica le viene de haber estudiado en las instituciones romanas o de su sangre española. Lo cierto es que ha influido mucho en la literatura posterior es un clásico indiscutible. Las frases lapidarias de Óscar Wilde, por ejemplo, aunque sean prosa y no verso, tienen mucho del carácter epigramático de Marcial. Y el de Bílbilis está también muy presente en Quevedo.
Te ofrecemos aquí una pequeña antología de epigramas de Marcial. Que los disfrutes.
Soledad en compañía
No te sorprenda en nada que rechace
tu invitación
para una cena de trescientos, Néstor:
No me gusta cenar a solas.
Nerón contra los corruptos
Nerón quiso que Roma fuera honrada:
así pudo robar él solo.
Doble moral
Te compadeces del cartaginés
y tratas a patadas a los tuyos.
Inéditos
Me dijeron que Cinna escribió en contra mía.
Pobre Cinna: no escribe
ya que nadie lo lee.
Globalización
Eres muy pobre y serás más pobre.
Ahora sólo los ricos se enriquecen.
Perjurio
Dices que es tuyo el pelo que te pones:
¿no temes el arresto por perjurio?
Vejamen de la ebriedad
Con horribles pastillas perfumadas,
intenta enmascarar el alcohol barato.
Pero del fondo de su cloaca brota
el olor nauseabundo.
Es preferible que no mezcle
dos fetideces
y acepte ser borracho.
El declamador
Son míos los versos.
Cuando los declamas
se vuelven tuyos porque los destrozas.
La buena tierra
Preguntas qué me da mi parcela
en una tierra tan distante de Roma.
Da una cosecha que no tiene precio:
el placer de no verte.
Elogio fúnebre
Reservas tus elogios para los muertos,
jamás aprecias a un poeta vivo.
Discúlpame, prefiero seguir viviendo
a tener tu alabanza.
Brevedades
Vélox, criticas
mis epigramas. Te parecen largos.
Los tuyos son brevísimos:
no escribes nada.
La tumba de la abeja
Yace la abeja en una gota de ámbar,
atrapada en su néctar.
Su laboriosidad tejió el sepulcro.
Imposible encontrar mejor destino. ~
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