sábado, 11 de diciembre de 2021

"Ande yo caliente y ríase la gente", de Luis de Góngora.

 Luis de Góngora fue el mejor poeta de su tiempo (siglo XVII) y gozó de gran fama entre sus contemporáneos. Fue llamado "Príncipe de la luz" cuando tuvo una etapa poética más sencilla y componía letrillas satíricas, romances, sonetos... Después, creó el culteranismo, también llamado gongorismo en su honor, y se convirtió en el "Príncipe de las tinieblas", porque sus versos culteranos son difíciles de descifrar.

Hoy traemos al blog su letrilla famosísima "Ande yo caliente y ríase la gente", en versión de Paco Ibáñez. Este dicho , "Ándeme yo caliente...", se ha hecho muy célebre en el mundo hispánico y tiene variantes:

  • "Dame pan y llámame tonto",
  • "Tírame pan y llámame perro",
  • "A buen hambre, no hay pan duro",
  • "Barriga llena, corazón contento".

En el poema, que corresponde a la época fácil de Góngora ("Príncipe de la luz"), ya se observa el uso cuidadoso de las referencias mitológicas (que explicamos en nota a pie de página, al final del poema), tan características del estilo culterano.


Ande yo caliente,
y ríase la gente.

Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y las mañana de invierno
naranjada y aguardiente,

y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla
el príncipe mil cuidados
como píldoras dorados,
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,

y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas
de plata y nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del rey que rabió me cuente,

y ríase la gente.

Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles;
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,

y ríase la gente.

Pase a media noche el mar
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama;
que yo más quiero pasar
de Yepes a Madrigar
la regalada corriente,

y ríase la gente.

Pues Amor es tan cruel,
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se junten ella y él,
sea mi Tisbe* un pastel,
y la espada sea mi diente,

y ríase la gente.
 

Píramo y Tisbe eran dos jóvenes vecinos que se amaban contra el deseo de sus padres, así que decidieron huir juntos. Acordaron hacerlo de noche, se encontrarían en una fuente, al lado de un moral de moras blancas que había cerca. Tisbe llegó primero, pero una leona que venía de una cacería a beber a la fuente la atemorizó, así que se escondió en el hueco de una roca. En su huida, dejó caer su velo. La leona jugueteó con él, manchándolo de sangre. Cuando llegó Píramo, vio a la leona y el velo de su amada. Pensando que el animal la había matado, sacó su puñal allí mismo. Su sangre tiñó de púrpura las moras. Tisbe salió de su escondite y vio a su amado muerto. Lo abrazó, sacó el puñal y se suicidó a su vez. Los dioses, apenados por la tragedia, hicieron que los padres de los amantes guardasen sus cenizas en la misma urna. Desde entonces, los frutos de la morera son de color púrpura.

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