jueves, 3 de julio de 2014

Cervantes y Aragón

Zaragoza tiene un lugar importante en el Quijote. Hacia allí se dirige el caballero en la segunda parte de la inmortal obra cervantina, si bien después gira hacia Barcelona, al enterarse de la edición del falso Quijote de Avellaneda. En este libro don Quijote sí entra en Zaragoza y por eso Cervantes decide que el suyo no entre en la ciudad. Además, se cree que Cervantes sí sabía quién se ocultaba tras el seudónimo de "Avellaneda" y él lo llamaba "el aragonés". Pudo ser quizás Jerónimo de Pasamonte, natural de Ibdes, o Ximénez de Embún.

Otro lazo que une a Aragón con Cervantes es que don Joaquín Ibarra, importante editor de un Quijote en 1780, era de Zaragoza.

También Alcalá de Ebro y Pedrola, donde los duques de Villahermosa tenían posesiones, son lugares de raigambre cervantina.

Parece ser que Cervantes sitúo la ìnsula Barataria en  Alcalá de Ebro, y el palacio de gobernador de Sancho Panza en una casona de caza que los duques tenían en el lugar. En Alcalá hay unos espectaculares meandros que, con las crecidas del río, se convierten fácilmente en ínsulas. Hoy hay también una estatua dedicada a Sancho.

Y en Pedrola, está el palacio de los duques de Villahermosa, en cuyo patio de armas y jardín se desarrolla el episodio de Clavileño, una broma que los duques gastaron al caballero y al escudero, pues les hicieron creer que el caballo de madera podía volar.

(Por cierto, que el palacio de Villahermosa en Madrid es la sede del Museo Thyssen-Bornemisza, lo cual demuestra el poderío que tenían los duques, quienes también poseían un palacio impresionante en Zaragoza y una casa de verano en Zarauz)

Esto dice Cervantes sobre la ínsula:
"Llegó Sancho a un lugar de hasta 1.000 vecinos, que era de los mejores que el Duque tenía. Diéronle a entender que se llamaba la Ínsula Barataria, por lo barato con que se le había dado el gobierno".
Y en el ayuntamiento de Alcalá hay una placa que recuerda el momento en que el duque concede a Sancho el gobierno insular:
"Mirad amigo Sancho, respondió el Duque, lo que puedo dar os doy, que es una Insula hecha y derecha, redonda y bien proporcionada y sobremanera fértil y abundosa, donde si vos os sabéis dar maña, podréis con las riquezas de la tierra granjear las del cielo."
Según se dice, Cervantes estuvo en el palacio de los duques de Villahermosa en 1568, en calidad de paje del cardenal Giulio Acquaviva (que por entonces todavía no había sido nombrado cardenal), con el que luego se fue a Italia, que era pariente de la duquesa y que había sido invitado por sus ilustres familiares. Cervantes paseó por Alcalá de Ebro y le llamaron la atención los meandros del río, que se inundaban fácilmente con las crecidas y se convertían así en ínsulas. Y su fértil imaginación hizo el resto.



Parece ser que la vieja tradición de ver en Alcalá de Ebro la ubicación de la ínsula Barataria y de identificar a los duques de Villahermosa con los jóvenes Duques juerguistas que, en la segunda parte del Quijote, quieren burlarse de don Quijote y Sancho (capítulos 30 a 60) procede del aragonés Juan Antonio Pellicer, ilustre cervantista, quien la lanzó en 1797 (siglo XVIII), pero quizás para magnificar a lsu tierra chica.

Sea como fuere, bien están las viejas tradiciones, y sobre todo si nos sirven para vincularnos a la gran novela cervantina, fundadora de la narrativa moderna. 

Para saber más:

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