Enrique Jardiel Poncela, hombre de teatro de gran sentido del humor, dejó escrita una obra humorística abundante, en la que destacan títulos como el Libro del convaleciente, de 1939, que comentamos aquí. Su obra tiene que ver con el nonsense, el absurdo, el trampintán... Todo una filología del camelo basada en la vacuidad significativa, pero con apariencia fónica. Toda una lección contra los charlatanes.
Jardiel empezó dedicándose a los aforismos entendidos como definiciones de cosas simples y vulgares desbordando y distorsionando su contenido académico. Por ejemplo:
"BOTE SALVAVIDAS: Lancha que sirve para que los que iban a ahogarse separados se ahoguen juntos."
En el siguiente paso decidió salirse del diccionario e inventar palabras sonoras inexistentes y mezclarlas con otras correctas que volvía incomprensibles; eso sí, con un ritmo desconcertante de efecto humorístico inmediato:
"ILUSIÓN: Dícese ilusión aquel estado de reparaciones en el que aparecen con frecuencia corpúsculos cinegéticos, los cuales sirven de colofón en la risueña concomitancia."
La evolución por esta vía sólo podía llevar al sinsentido, a la invención de un léxico vacío, pero de fonía creíble, al modo de Cortázar. Llamó a esa jerga momeciclo para terminar por referirse a ella como cameloncio. El momeciclo nace y muere con Las dulzuras de Escajolia (Momeciclo en tres partes), donde el propio autor nos presenta el género:
"Por primera vez voy a tener el gusto de brindar a mis lectores un “Momeciclo”, género literario de mi exclusiva invención, en el que se incluyen algunas palabras poco usadas en castellano (…) Espero que esta muestra de Momeciclo, género en que la idiotez, como puede comprobarse, roza varias veces lo genial, sea del agrado de ustedes".
Dos fragmentos de Las dulzuras de Escajolia:
- "Mil palacios de garraceno esplendor forman la capital del reino, y en ellos, como brifio e cosmas, resaltan los mármoles y pórfidos en que fueron construidos. Verlos desnutre; contemplarlos, cachena."
- "-¿Quién sois? –dijo.
-Machuca –repuso el caballero sin nombre.
-¿Espardifais?
-Siempre.
-¿En parfuletes? –insistió el conde.
-De dos filas, señor –repuso el visitante." (Tercera parte de Las dulzuras…)
-¿Espardifais?
-Siempre.
-¿En parfuletes? –insistió el conde.
-De dos filas, señor –repuso el visitante." (Tercera parte de Las dulzuras…)
Otro ejemplo de cameloncio es el encuentro entre momeciclo y lunfardo en la comedia Usted tiene ojos de mujer fatal en la que un personaje recita con seriedad esta letra de tango:
"Fiscalito del Supremoque abocanás el bolichey campeanás el fleticheno me escrupiés el belemono me chalés el milongono me enramés el bailongode los rulos de gotán"
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