sábado, 30 de mayo de 2015

Gandhi y el inglés


Gandhi, el padre de la independencia de la India, hablaba muy bien el inglés, como todos los hindús de las clases cultivadas. Sin embargo, decía que la lengua de la metrópoli "mantenía en la esclavitud" a su pueblo. Escribió un panfleto cuyo objetivo principal era atacar la lengua inglesa:
   "To give millions a knowledge of English is to enslave them. The foundation that Macaulay laid of education has enslaved us. I do not suggest that he has any such intention, but that has been the result. Is it not a sad commentary that we should have to speak of Home Rule in a foreign tongue? (...)
   Is it not a painful thing that, if I want to go to a court of justice, I must employ the English language as a medium, that when I become a barrister, I may not speak my mother tongue and that someone else should have to translate to me from my own language? Is not this aboluteley absurd? Is it not a sign of slavery?"
Y se preguntaba:
   "Am I to blame the English for it or myself? It is we the Englis-knowing Indians that have enslaved India. The curse of the nation will rest not upon the English but upon us".
Gandhi soñaba una India futura sin ingleses y sin inglés. Y su postura pesó mucho, como es natural, cuando la India alcanzó la independencia, en 1947, tras la Segunda Guerra Mundial. Muchos nacionalistas indios miraban al inglés como la lengua del opresor, "symbol of opression", y argüían que quería llevar a la nación a su muerte. Había que destruir al inglés (al idioma y al soldado).

La nueva constitución de la India independiente tuvo que asumir  que de momento el inglés sería la lengua oficial, pero que a partir de 1965, a los veinte años más o menos de la nueva situación, sería sustituido por el hindi.

Pero tal cosa nunca ocurrió.

  • En primer lugar, hay que tener en cuenta que en la India se hablan más de cien lenguas distintas -entre ellos el bengalí, que tiene muchos millones de hablantes-, por lo que los no-hablantes de hindi no aceptaron la supremacía de ese idioma sobre los demás. Incluso hubo manifestaciones en la calle para rechazar el hindi y mantener el inglés.
  • Después, desde el punto de vista práctico, el inglés permitía una apertura internacional a la India que desde el luego el hindi no le daba.
  • Finalmente, los propios hindús se dieron cuenta de que era mejor dejar el inglés como lengua oficial e, incluso, empezaron a reflexionar sobre los beneficios de hablarlo. Por ejemplo, el novelista de Calcuta Amit Chaudhuri afirmó:

   "I think that English has played a double role. Yes, it has been a language of unification. It has also been the language through which people in India became more self-conscious, and therefore conscious of their own differences - from each other, from the English, so it has played this dual role. (...)
   In modern Indian history English has been very much at the heart of things. It's a lingua franca but it's also more than that, it's part of the growth of the indigenous languages, and the modern forms as well. So it has also increasingly been a part of that self-expression of difference -of different identities- which is also very vital to what India is".
Es verdad que los ingleses tomaron muchas cosas de la India. Pero la India a cambio tomó el inglés todo entero y se lo quedó para siempre. Todavía hoy es hablado con fluidez por un cinco por ciento de la población, que, por supuesto, habla también fluidamente otra lengua distinta de la inglesa. Quizás esta cantidad parezca pequeña, pero en un país de más de mil millones de habitantes el cinco por ciento significa unos cincuenta millones de angloparlantes, ¡más que la población de España entera! A esto hay que añadir que al menos unos trescientos millones de hindús tienen algún contacto con el inglés, poseen algún conocimiento de esta lengua, aunque no la dominen.

En fin, que Gandhi fue indudablemente un gran líder de su pueblo, un hombre muy influyente en la trayectoria histórica de su país. Pero ni siquiera él pudo cambiar el curso de las cosas. Y es que el éxito o el fracaso de las cuestiones lingüísticas tiene inevitablemente una dimensión social, no individual ni política.

En España pensamos que no hay más guerras lingüísticas que las nuestras, que por ejemplo la pugna entre la lengua central y las autonómicas es algo privativo de este país. La historia nos demuestra, sin embargo, que ya va siendo hora de que dejemos de mirarnos el ombligo.

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