viernes, 17 de julio de 2015

El indoeuropeo, nuestro antepasado común


Fue un inglés de familia galesa, sir William Jones, que vivió en el siglo XVIII, el primero en sugerir que muchas de las lenguas europeas y asiáticas estaban interrelacionadas.

Jones había tenido una esmerada educación. Su padre, que se llamaba como él, William Jones senior, había destacado en el campo de las matemáticas y era amigo de sir Isaac Newton, el gran científico y matemático, así como miembro de la Royal Society.

Jones junior estudió leyes y llegó a ser juez en Bengal, India. Como siempre le habían interesado muchísimo las lenguas y conocía perfectamente el latín y el griego, aprovechó su estancia en la India para estudiar la lengua sagrada de aquellas tierras, el sánscrito. Y fue entonces cuando se dio cuenta de que existían chocantes e inexplicables similaridades entre las tres lenguas. ¿Cómo podía ser aquello?

Así que, llevado de su curiosidad científica, explicó públicamente que muchas de las lenguas antiguas de Europa y Asia tenían que proceder de un antepasado común, un lenguaje ancestral que él llamó indoeuropeo, y que los expertos sitúan unos seis mil años atrás. Esto lo hizo en la Bengal Asian Society en 1786.

Desde entonces, los filólogos se dedicaron a corroborar, ampliar y corregir sus teorías, clasificando lenguas y estableciendo entre ellas complicados árboles genealógicos. Fue así como quedó claro por ejemplo que el francés, el italiano, el español... se habían desarrollado desde el latín; que el inglés y el alemán pertenecían a un antiguo tronco común llamado anglo-germánico, etc.

Los indoeuropeos originales deberían proceder de las regiones sureñas de Rusia, los arios, y desde allí empezaron sus migraciones por Europa (3500 años a. de C.) e India (2000 años a. de C.). Del indoeuropeo original derivan diez familias de lenguas: céltica, tocaria, griega, anatolia, germánica, itálica, armenia, albania, balto-eslava e indo-irania.

De sir William Jones, que era un portentoso lingüista, pues conocía las lenguas orientales, el español, italiano, francés, árabe, etc., y del que se decía que hablaba perfectamente treinta lenguas y se defendía bastante bien en 29 más, se cuenta una anécdota muy graciosa: y es que, una vez, fue presentado al rey de Francia por el embajador inglés y esto dijo de él el diplomático:

   "Sir William is a very strange man. He can speak practically every language under the sun, except his own!"

Y era verdad, porque aunque nacido en Inglaterra, donde había vivido siempre, su familia era de origen galés. Y esa lengua, del grupo céltico, la de sus padres, nunca la habló.

Por cierto, los magníficos conocimientos de Jones, sus traducciones de los textos clásicos sánscritos y sus gramáticas del persa, el chino, etc., tienen mucho que ver con el nacimiento del Romanticismo inglés, teñido de orientalismo y evasión. A Jones lo apreciaron y leyeron Byron, Coleridge y otros muchos poetas fascinados por aquel "Espíritu del pueblo" (Volksgeist) que ellos buscaban con tanto afán.


Bibliografía:

  • Cennard Davies, The Welsh Language. Ceredigion, Y Lolfa, 2006, pp. 5-8.

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