martes, 29 de diciembre de 2015

El sorteo del Niño: la última oportunidad


Aprovechando el libro que os recomendé en la entrada anterior, Pepe Rodríguez, Mitos y tradiciones de la Navidad, voy a comentar aquí algunas cosas sobre la lotería nacional y el sorteo del Niño, que aún nos puede traer la suerte.

La verdad es que no puede concebirse la Navidad sin lotería. Todo el mundo compra, todo el mundo ofrece participaciones a sus clientes y amigos... El escritor zaragozano Eusebio Blasco decía en Blanco y Negro, 25 de diciembre de 1897:
"El premio gordo es la obsesión nacional durante un mes. El premio gordo es el Mesías. ¡Agnus Dei qui tollis apuros mundi!"
Con datos nos damos cuenta de la importancia de la lotería. En 1946 en Navidad se emitieron 200 mil billete, por importe de 400 millones de pesetas, unos 2,5 millones de euros. En 2009 se pusieron a la venta más de 16 millones de billetes (195 series de 85 mil billetes cada una), cada billete comprende 10 décimos, que se venden a 20 euros cada uno, recargos aparte. Eso significa más de 2.320 millones de euros, de los cuales un 70% se dedica a premios.

El rey Carlos III fue quien introdujo la lotería en España y él decía:
"el que juega mucho es un loco; pero el que no juega nada es un tonto".
Los juegos de azar existen en todas las culturas, tanto orientales (China, Japón, India...) como occidentales (pueblos indoeuropeos, griegos, germanos, celtas, latinos...).

En el Antiguo Testamento los primitivos hebreos "echan suertes" para resolver asuntos cotidianos.

En Roma existían las sortes, de las que habla Cicerón (106-43 a.C.) en De Divinatione, donde dice que son unas tablillas de roble que se ponen dentro de un cofre y se mezclan hasta que un muchacho impúber extrae una de ellas. Es decir, ya tenemos lo básico del sorteo de la lotería. Y por cierto, de la palabra latina sortes viene la española sorteo, que tiene que ver, naturalmente, con la suerte.

Tras la caída del Imperio romano, vino un tiempo oscuro, hasta que, en el siglo XV, la lotería reapareció con fuerza en el Flandes renacentista, verdadera cuna de los sorteos modernos. Y es que en los Países Bajos era costumbre hacer sorteos para conceder puestos en los mercados  o para repartir cargos. Incluso en ciudades como Gante, Utrecht, Brujas y otras se hacían sorteos de lotería para recaudar fondos para financiar obras municipales. En 1526 el emperador Carlos V autorizó una lotería a gran escala con licencia municipal y la obligación de donar una parte de los beneficios a los pobres de la ciudad donde se celebrase el sorteo.

En Italia, desde 1642 se reguló el tema del famoso lotto en ciudades como Génova y Venecia.

En Francia, el rey Francisco I, en 1539, ya permitió la lotería gala a cambio de pagar dos mil libras al Tesoro, que andaba menguado por las guerras con España. Y en 1776 se creó la Lotería Real, explotada exclusivamente por el Estado.

En los estados germánicos la lotería también se remonta al siglo XV en Augsburgo y otros lugares.

En la Inglaterra isabelina, se creo una Gran Lotería al modo flamenco en 1568 para obtener fondos de mejora de los muelles, pero fue abolida en 1826 porque generó ludopatías. De Londres, pasó a Norteamérica. Sorteos realizados en la metrópoli en 1612 y 1621 financiaron el nacimiento de la colonia de Virginia.

En España la lotería llegó a finales del XVIII, con el marqués de Esquilache, de origen italiano, primer ministro del rey ilustrado Carlos III y él mismo rey de Nápoles, lo que le llevó a introducir en nuestro país el juego de azar y la tradición de los belenes. El primer sorteo de la lotería española se celebró en Madrid, en la plazuela de San Ildefonso, el 10 de diciembre de 1763.

En 1812, en Cádiz, en plena guerra de la Independencia, se creó una lotería para financiar el esfuerzo bélico. El 4 de marzo de 1812 se celebró el primer sorteo en la gaditana plaza de San Antonio.


El nombre de "gordo" viene de la imagen de un llamado "fanático" de la Lotería o "Enano afortunado", una rechoncha figura humana repleta de número y bolas de sorteo, que, desde finales del XVIII hasta finales del XIX, se imprimía siempre en cuanto se hablaba en la prensa de lotería. Compartir la suerte de ese "gordo" arreglaba la vida al afortunado, y así se creó la expresión popular.

El primer sorteo de Navidad se celebró el 23 de diciembre de 1799, pero un sorteo al modo de la lotto napolitana. González Carvajal, ministro, solicitó a las Cortes la creación de dos sorteos extraordinarios, uno en junio y otro en diciembre, para poder otorgar premios mucho mayores. La propuesta fue aceptada en julio de 1812 y así nació el sorteo extraordinario de Navidad, el primero de los cuales se celebró en Cádiz el 18 de diciembre de 1812.

De la lotería dijo Jacinto Benavente, en su obra De sobremesa (1912):
"¡Admirable institución esta de la Lotería! ¿No es, acaso, la única felicidad positiva que debemos a nuestros Gobiernos?"

En 1941 el general Roldán, director general de Timbre y Monopolios, instituyó el sorteo del Niño, así llamado por tener lugar en la víspera de la Epifanía o Día de Reyes. Al año siguiente, fue transformado en sorteo extraordinario y hoy es el segundo en importancia, tras el del día 22 de diciembre. La aparición de la denominación oficial de "sorteo de El Niño" data de 1966.

El escritor Louis Pauwels cuenta de la portera del escritor francés Jean Cocteau que adquirió un décimo de lotería que resultó premiado con mucho dinero. La buena mujer declaró:
"Ha sido porque he escogido un número que terminaba en 12. La noche anterior tuve un sueño. Estaba en el cielo; a mi derecha había cinco ángeles y otros cinco a mi izquierda... y como 5 y 5 son 12..."
En fin, que mucha suerte para todos, que en Navidad todo es posible, incluso que 5 y 5 sumen 12.

Feliz día del Niño.

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