miércoles, 29 de diciembre de 2010

Un poema para el Año Nuevo de... Blas de Otero

Blas de Otero nació el 15 de marzo de 1916 en Bilbao. A los 7 años entró en el colegio de María de Maeztu; el preparatorio e ingreso de Bachillerato lo estudiaría en un colegio de jesuitas. Su casa era para él refugio y remanso de paz, un microuniverso mitificado de tranquilidad y juegos, habitado por él mismo, sus padres, su hermano y su institutriz, mademoiselle Isabel. Por el contrario, el colegio representaba una suerte de infierno represor para el niño. Tres años después, la familia quedó en la ruina y decidieron mudarse a Madrid para tratar de remediar la situación y allí descubrió su propia identidad. En este ambiente empezó a escribir. Cuando tenía 13 años murió su hermano, tres años mayor que él. Tres años después falleció su padre. El carácter alegre por naturaleza de Blas de Otero se agrió; se volvió introvertido y pesimista. A esta edad empezó su obsesión por la muerte. En 1931 comenzó la licenciatura de Derecho; poco después tuvo que abandonarla para volver a Bilbao con su familia. La situación de ruina se había agravado tras la desaparición del padre, lo que impuso el regreso a la ciudad natal.

He leído unos cuantos poemas de este autor, pero el que mas me ha gustado ha sido este puesto que me ha embriagado con sus palabras tan profundas y con los sentimientos que refleja. En este complejo poema dedicado a la inmensa mayoría, Blas de Otero pretende narrar la profunda transformación que ha sufrido al pasar de un estado de profunda angustia personal a otro de denuncia social y colectiva. Para ello realiza una rigurosa descripción de un hombre y de su contacto con el mundo (y como se demostrará más adelante, ese hombre no era otro sino el mismo Otero), y cómo la solución para lograr la salvación individual se encontraba en la búsqueda de la paz interior. Además aprovecha para criticar determinados aspectos sociales injustos como puede ser la guerra y sus consecuencias.

“A la inmensa mayoría”
(de Pido la paz y la palabra, 1955)

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió; y rompió todos sus versos.
Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y tantos. Blas de Otero.

1 comentario:

  1. Un gran poema social que nos hace imaginar la dureza de la vida bajo el franquismo, la atonía, la soledad, la desesperación de quienes no comulgaban con el nacionalcatolicismo. Gran elección.

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