A lo largo de la historia hemos tenido ejemplos de mujeres guerreras. Por ejemplo, las bravas amazonas, que guerreaban mejor que muchos hombres. O las walquirias germánicas, cuya fuerza era temible. O santa Juana de Arco, que con su poder carismático arrastraba al ejército francés a luchar mejor que nunca.
Es también frecuente el caso de las mujeres que se disfrazaban de hombres para ir a la guerra. Así, la famosa Mulán, a la que Disney dedicó una película. O entre nosotros, Catalina de Eraúso, la monja alférez.
En nuestro romancero tenemos un famoso "Romance de la doncella guerrera", donde se ven claras las ideas, digamos un tanto retrógradas, de la época. En algunas versiones la doncella se casa con el rey.
En Sevilla a un sevillano
siete hijas le dio Dios,
todas siete fueron hembras
y ninguna fue varón.
A la más chiquita de ellas
le llevó la inclinación
de ir a servir a la guerra
vestidita de varón.
Al montar en el caballo
la espada se le cayó;
por decir, maldita sea,
dijo: maldita sea yo.
El Rey que la estaba oyendo,
de amores se cautivó,
—Madre los ojos de Marcos
son de hembra, no de varón.
—Convídala tú, hijo mío,
a los rios a nadar,
que si ella fuese hembra
no se querrá desnudar.
Toditos los caballeros
se empiezan a desnudar,
y el caballero Don Marcos
se ha retirado a llorar.
Por qué llora Vd. Don Marcos
por qué debo de llorar,
por un falso testimonio
que me quieren levantar.
No llores alma querida
no llores mi corazón,
que eso que tú tanto sientes,
eso lo deseo yo.
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