Ahora vamos a hablar de la vinculación entre ópera y literatura en Verdi. El italiano estaba muy atento a las principales obras literarias del Romanticismo europeo y, entre ellas, a las obras españolas.
Entre sus óperas de inspiración romántica están Rigoletto, inspirada en El rey se divierte, y Hernani, de Víctor Hugo; Los dos Foscari, basada en Lord Byron; Los bandidos y Don Carlos, que recrea a Schiller; El trovador y Simón Bocanegra, basadas en las obras de Antonio García Gutiérrez; y La forza del destino, inspirada en la obra del duque de Rivas Don Álvaro o la fuerza del sino.
Aquí dejamos la marcha fúnebre de la ópera Simón Bocanegra, inspirada del personaje italiano que empezó siendo corsario y acabó siendo duque.
También insertamos un vídeo en el que se explica cómo se puso en marcha una nueva versión de Simón Bocanegra en el Palau de Valencia.
Y para finalizar, el aria Cielo pietoso, rendila
SCENA QUINTA
Gabriele solo.
GABRIELE (solo)
O inferno! Amelia qui! L’ama il vegliardo!...
E il furor che m’accende
m’è conteso sfogar!... Tu m’uccidesti
il padre... tu m’involi il mio tesoro...
Trema, iniquo... già troppa era un’offesa,
doppia vendetta hai sul tuo capo accesa.
Sento avvampar nell’anima
furente gelosia;
tutto il suo sangue spegnerne
l’incendio non potria;
s’ei mille vite avesse,
se mieterle potesse
d’un colpo il mio furor,
non sarei sazio ancor.
Che parlo!... Ohimè!...
Piango!... pietà, gran Dio, del mio martiro!...
Pietoso cielo, rendilà,
rendila a questo core,
pura siccome l’angelo
che veglia al suo pudore;
ma se una nube impura
tanto candor m’oscura,
priva di sue virtù,
ch’io non la vegga più.
ESCENA QUINTA, ACTO II
Gabriele solo.
GABRIELE (solo)
¡Oh, infierno! ¡Amelia aquí! ¡El viejo la ama!
¡El furor me enciende,
no puedo desfogar! Tú me mataste
al padre... tú me robas mi tesoro...
Tiembla, malvado... Era bastante una ofensa,
venganza doble se desatará sobre tu cabeza.
Siento arder en mi alma
los celos furiosos;
toda tu sangre no podría
apagar su fuego.
Si mil vidas tuviera,
si segarlas pudiera
de un golpe mi furor,
ni aún así me saciaría.
¡Qué digo! ¡Ay, de mí!
¡Lloro! ¡Ten piedad, gran Dios, de mi martirio!
Piadoso cielo,
devuélvela junto a mi corazón,
pura como un ángel
que vela por su honor;
mas si una nube impura
tanto candor ensucia,
privada de su virtud,
no la pongas ante mí.
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