La forza del destino es una ópera en cuatro actos con música del compositor italiano y libreto de Francesco Maria Piave. Fue representada por vez primera en el Teatro Bolshói Kámenny (luego Teatro Mariinski) de San Petersburgo, Rusia, en 1862. El público no quedó muy satisfecho con la obra, pues el libreto era muy dramático, lleno de muertes. A pesar de todo, Verdi recibió las felicitaciones del zar Alejandro II de Rusia, que acudió a la cuarta representación.
La ópera sufrió algunas revisiones y fue representada también en Roma en 1863 y Madrid, en el Teatro Real, con la asistencia entre el público de Verdi y del duque de Rivas, que ya estaba muy mayor. La ópera, posteriormente, viajó a Nueva York y Viena (1865), Buenos Aires (1866) y Londres (1867).
Verdi encomendó a Piave una revisión del libreto para el estreno italiano, pues era demasiado violento: «debemos buscar la forma de evitar todos esos muertos», le escribió a Piave. Éste enfermó y el compromiso recayó en Antonio Ghislanzoni, quien alteró el final (en la primera versión Don Álvaro se suicida tirándose desde un acantilado) y algunas otras partes. Verdi además compuso una nueva y magnífica obertura (reemplazando al breve preludio) que será una larga introducción con los motivos de la ópera y en la que los toques de trompeta simbolizan el destino: una excelente pieza de concierto.
El estreno de esta segunda versión, la más conocida y grabada, ocurrió el 27 de febrero de 1869 en el Teatro alla Scala de Milán.
La obra tiene fama de gafe, pues tanto su composición como su estreno estuvieron plagados de desgracias y contratiempos que perduraron muchos años. Así, la noche del 4 de mayo de 1960, sobre el escenario del Metropolitan Opera House de Nueva York, el barítono norteamericano Leonard Warren falleció mientras cantaba É salvo! O gioia!
Argumento
La trama transcurre en España e Italia, alrededor de 1750.
Acto I
Habitación del castillo de Calatrava, cerca de Sevilla.
Don Álvaro es un joven noble de Sudamérica (presumiblemente, Perú) que es en parte indio y que se ha establecido en Sevilla, donde, sin embargo, no se piensa bien de él. Se enamora de doña Leonora, la hija del marqués de Calatrava, quien ha decidido que ella se case con un hombre de la más alta cuna. Leonora, profundamente enamorada de Álvaro, decide abandonar su casa para fugarse con él, ayudada por su sirvienta, Curra.
Pero su padre descubre todo. Para eliminar cualquier sospecha sobre la castidad de Leonora, Álvaro ofrece entregarse al marqués. Tira su pistola con tan mala suerte que del golpe se dispara y hiere mortalmente al padre de Leonora, quien muere maldiciendo a su hija.
Acto II
Cuadro I
Taberna en las afueras de Hornachuelos.
El Alcalde, varios muleteros y don Carlos de Vargas, hermano de doña Leonora, están reunidos en la cocina de una posada. Don Carlos, disfrazado como un estudiante de Salamanca, bajo el nombre ficticio de Pereda, busca vengarse de Álvaro y Leonora (Son Pereda son ricco d'onore - "Soy Pereda, de noble ascendencia"). Durante la cena, Preziosilla, una joven gitana, narra las fortunas de los jóvenes y los exhorta a alistarse a la guerra (Al suon del tamburo - "Cuando suene el tambor") por la libertad de Italia, algo con lo que todos se muestran de acuerdo. Habiéndose separado de Álvaro, Leonora llega disfrazada de varón, pero se escapa sin ser descubierta por Carlos.
(En esta aria, Leonora pide protección a la Virgen para su proyecto de retirarse a vivir como ermitaña y para que nadie pueda encontrarla en su nuevo refugio)
La vergine degli angeli
Mi copra del suo manto
E me protegga vigile
Di dio l'angelo santo
La vergine degli angeli
E me protegga me protegga
L'angiol di dio
E me protegga
L'angiol di dio
Me protegga
E me protegga
He aquí una versión modernizada del aria difundida cuando se produjo la desaparición de la niña Madeleine.
Y esta es otra versión concierto, cantada por la soprano australiana Mirusia Louwerse.
Atrio del monasterio.
Leonora se refugia en el monasterio donde cuenta al abad, Padre Guardián, su verdadero nombre y que pretende pasar el resto de su vida como ermitaña. El abad le relata los desafíos por los que va a pasar. Leonora, el Padre Guardián, Fray Melitón y otros monjes se unen en oración.
Acto III
Cuadro I
Bosque próximo al pueblo italiano de Velletri, en Italia.
Mientras tanto, don Álvaro se ha unido al ejército español bajo el nombre de don Federico Herreros (La vita è inferno: O tu che in seno agli angeli - "La vida es un infierno para aquellos que son infelices... ¡Oh, mi amada, entre los ángeles!"). Una noche, salva la vida de don Carlos que sirve en el mismo ejército bajo el nombre de don Félix Bornos. Se hacen amigos y van a la batalla uno al lado del otro.
ALVARO
La vita è inferno all'infelice.
Invano morte desio!
Siviglia!
Leonora!
Oh, rimembranza! Oh, notte
Ch'ogni ben mi rapisti!
Sarò infelice eternamente, è scritto.
Della natal sua terra il padre volle
Spezzar l'estranio giogo,
E coll'unirsi
All'ultima dell'Incas la corona
Cingere confidò.
Fu vana impresa.
In un carcere nacqui;
M'educava il deserto;
Sol vivo perché ignota
È mia regale stirpe!
I miei parenti
Sognaro un trono, e li destò la scure!
Oh, quando fine avran
Le mie sventure?
O tu che seno agli angeli
Eternamente pura,
Salisti bella, incolume
Dalla mortal iattura,
Non iscordar di volgere
Lo sguardo a me tapino,
Che senza nome ed esule,
In odio del destino,
Chiedo anelando,
Ahi misero,
La morte d'incontrar.
Leonora mia, soccorrimi,
Pietà del mio penar!
Pietà di me!
ÁLVARO
La vida es un infierno para el infeliz...
¡En vano deseo la muerte!
¡Sevilla!
¡Leonor!
¡Qué recuerdos! ¡Oh noche
que me quitaste toda la dicha!
Seré eternamente desgraciado, está escrito.
Del yugo extranjero, quiso mi padre
liberar a su tierra natal
y, uniéndose
a la última de los incas,
confió en ceñirse la corona.
¡Vano intento!
¡Nací en una cárcel;
el desierto me educó;
vivo porque se desconoce
mi real estirpe!
¡Mis padres soñaban con un trono
y les despertó el hacha!
¿Cuándo acabarán
mis desventuras?
Oh tú, que al seno de los ángeles,
eternamente pura
ascendiste bella, incólume,
de la mortal desdicha;
no olvides volver tus ojos
hacia mi miseria.
Pues sin nombre y desterrado,
odiado por el destino,
pido anhelante,
pobre de mí,
encontrar la muerte.
¡Leonor, socórreme!
Ten piedad para mis sufrimientos.
¡Ten piedad de mí!
Cuadro II
Habitación de los oficiales.
En una de esas escaramuzas don Álvaro resulta, como él supone, mortalmente herido, y confía a don Carlos el cuidado de una valija que contiene un puñado de cartas que tiene que destruir en cuanto don Álvaro muera. (Solenne in quest'ora - "Júrame, en esta solemne hora"). Don Carlos ha jurado no mirar el contenido de las cartas, pero empieza a sospechar de su amigo. (Morir! Tremenda cosa! ... Urna fatale del mio destino - "¡Morir, qué cosa tan tremenda!... Aléjate, fatal lote enviado a mi Destino!"). Abre la valija, encuentra el retrato de su hermana, y se da cuenta de la verdadera identidad de Álvaro. En ese momento un cirujano dice que don Álvaro puede recuperarse. Don Carlos se alegra de poder vengar la muerte de su padre.
Cuadro III
Campamento militar cerca de Velletri.
Don Álvaro se ha recuperado y se enfrenta a don Carlos. Empiezan un duelo, pero los soldados los separan a la fuerza. Mientras contienen a don Carlos, el angustiado don Álvaro jura entrar en un monasterio.
Los soldados se reúnen. Trabucco, un vendedor ambulante, intenta venderles sus productos; fray Melitón los sermonea por sus comportamientos viciosos; y Preziosilla los lidera en un coro en alabanza de la vida militar (Rataplan, rataplan, della gloria - "Rataplán, rataplán, del tambor es la música que enardece el espíritu marcial de un soldado").
Acto IV
Cuadro I
El monasterio.
Don Álvaro ha ingresado en el monasterio de Hornachuelos, cerca de donde está la cueva de Leonora, con el nombre de Padre Rafael. Don Carlos llega y le fuerza a luchar (Col sangue mio; Le minacci, i fieri accenti - "Con mi sangre... Las amenazas, los acentos fieros").
Cuadro II
Exterior de la cueva donde vive Leonora.
Leonora reza para encontrar la paz en la muerte (Pace, pace mio Dio! - "¡Paz, oh Dios padre todopoderoso, dame paz!"). Álvaro entra, pidiendo ayuda, después de haber herido mortalmente a don Carlos en su duelo. Los dos amantes se reconocen. Leonora sale de escena para ver a su hermano, quien, mientras ella se inclina hacia él, la apuñala en el corazón. Leonora regresa con el Padre Guardián; él y don Álvaro rezan al cielo mientras ella muere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Envía tus comentarios