martes, 31 de agosto de 2010

Autores que nos visitarán: Vicent, Acín y Mallo

Hola, avempacianos. Con septiembre ya encima, volvemos al trabajo docentes y discentes. ¿Qué nos deparará el nuevo curso? Esperemos que algo bueno.

De momento, buenas noticias. Nos visitarán tres grandes escritores: Manuel Vicent, Ramón Acín y Agustín Fernández Mallo.

De Vicent, ya os hemos hablado en alguna entrada anterior. Acín y Mallo son también escritores de largo recorrido. Ya tenemos tajo lector.

Para saber más

lunes, 30 de agosto de 2010

"Jóvenes": El conflicto generacional visto por Vicent

Seguimos con nuestra micro-antología de las columnas magistrales de Manuel Vicent. Esta que presentamos ahora, "Jóvenes", está sacada de su autoantología El cuerpo y las olas (Madrid, Alfaguara, 2007, pp. 267-268) y habla del paso del tiempo y la lucha entre generaciones:

Jóvenes
Los jóvenes que se han examinado este año de selectividad nacieron con el Internet, con el móvil, el MP3, el CD, el GPS, el chat y la PlayStation. A través de la yema de los dedos sobre los distintos teclados su sistema nervioso se prolonga en el universo. En el mundo ya no había muro de Berlín ni comunismo ni guerra fría cuando tomaban la primera papilla, pero al pasar del triciclo a la bicicleta se encontraron con la globalización, con el terrorismo planetario y con los patines de dos ruedas. No saben qué es la mili. Muchos aprendieron inglés en Inglaterra y realizaron intercambios con chicas y chicos de otros países. Los más concienciados aman la naturaleza, son sensibles al ahorro de energía, se molestan en buscar una papelera antes de tirar un envase en el suelo, rechazan la comida basura e incluso cierran bien el grifo del fregadero. Los más descerebrados se excitan cada sábado en el albañal del botellón. Sus padres en la manifestación de izquierdas corearon el pareado: el pueblo unido jamás será vencido. Ellos sólo cantan el oe, oe, oeee al final del partido, cualquiera que sea su ideología. Ese cántico es el himno del siglo XXI, acompañado con la imagen de las Torres Gemelas ardiendo. Esta nueva promoción de universitarios conoció el amor ya en tiempos del sida y aunque en el colegio les explicaron cómo se usa el preservativo, a la mayoría no les da tiempo de ponérselo. Su horizonte es el genoma humano, que comparten con la marca Nike, y si sus padres se estremecieron con Maradona, Cruyff y Butragueño, ellos adoran a Nadal, Fernando Alonso y Pau Gasol. No les interesa la política, les suena vagamente el nombre de un tal Felipe González, no leen periódicos, tienen una idea muy fragmentaria de la cultura, pero cuando un tema les apasiona, deporte, cine, informática o música, lo conocen hasta el fondo, abastecidos por una información exhaustiva. Existen algunos síntomas que indican que ya tienes muy poco que ver con los nuevos jóvenes. Si sabes quién era Ángela Channing, si has llegado a ver la tele en blanco y negro, si estás todavía con la marihuana o la cocaína y no con las drogas de diseño, si conociste a John Travolta sin tripa, si aún piensas en pesetas al hacer las cuentas, si tu sobrino sabe más que tú de ordenadores, si te cabreas porque tu hija deja el bote de champú abierto, si cuelgas la toalla en su sitio después de ducharte, si te acuerdas de Michael Jackson de cuando era negro, cualquiera de estas señales indican que comienzas a hacerte viejo.

El cuerpo y las olas, de Manuel Vicent

El cuerpo y las olas (Madrid, Alfaguara, 2007) es una antología de las mejores columnas de Vicent, "Un mundo en 438 palabras", como dice en el prólogo Ángel Harguindey. Hay algunos textos absolutamente maravillosos, poéticos, críticos, sugerentes, siempre magistrales. Un libro absolutamente recomendable para conocer el pulso sublime que llega a alcanzar el estilista Vicent. En esta y algunas entradas más de Letr@herida vamos a transcribir para vosotros, letraheridos, algunas de estas joyas de la literatura periodística. Fijaos en que, normalmente, no usa los puntos y aparte; cada columna es un todo, un párrafo único y colosal en que el mensaje llega al lector depurado, estilizado, contundente y plurisignificativo.



Sangre
Un tabique liviano separa las dos aulas del instituto: a la misma hora, en una de ellas se explica el misterio de la Santísima Trinidad y en la otra se da el teorema de Pitágoras. Las voces de los profesores de religión y de matemáticas a veces se entrecruzan, y cuando ambos callan, entonces desde el patio llega el canto de los pájaros. En una de las pizarras está dibujado un triángulo equilátero con el ojo divino que todo lo ve. El misterio de la Trinidad consiste en que Dios son tres personas distintas con una sola sustancia y también lo contrario. Los alumnos repiten de memoria este enigma teológico sin que su cerebro estalle. En la clase de matemáticas también se halla dibujada otra figura geométrica. El profesor la explica señalándola en la pizarra con el puntero: en el triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos. Con el teorema de Pitágoras se han levantado ciudades en la Tierra y se han medido las distancias estelares que nos permiten mandar nuestras naves a las esferas celestes; en cambio, después de miles de años, el ojo de Dios, enjaulado en el triángulo equilátero, si¬gue produciendo lágrimas de sangre hasta anegar el curso de la Historia. Me pregunto qué habría pasado si, desde el principio, ese ojo de Jehová se hubiera instalado en el interior del triángulo rectángulo de Pitágoras. Tal vez el fanatismo que habría generado sería racional y matemático. Al terminar las clases los dos profesores se largan por el pasillo, uno cargando con la fe y otro con la razón. Infinidad de fieles se han degollado por la interpretación de una sola palabra teológica; los credos religiosos han causado innumerables ma¬tanzas, pero también las matemáticas han servido para que las armas sean inteligentes y puedan exterminar con un rigor implacable a gente inocente y anónima. El tabique que separa las aulas del instituto no tiene apenas consistencia y durante estos días de primavera es percutido de un lado por los dogmas y de otro por los axiomas, por el paraíso terrenal y el álgebra, por el Es¬píritu Santo y la trigonometría, por la resurrección de la carne y la raíz cuadrada, por el cielo y las ecuaciones, por el infierno y los quebrados. Ninguno de los dos profesores duda, pero si quedan callados, en medio de su silencio se oyen los chillidos de los pájaros que están furiosos de amor. Esos pájaros son también los de Bagdad que ahora se persiguen para amarse en las palmeras entre el fanatismo de la religión y el racionalismo de las armas, dos fuentes inagotables de sangre.

Este curso nos visitará Manuel Vicent

Pues sí, este curso, en una fecha aún sin concretar, nos visitará un gran escritor, para mí el mejor columnista del periodismo español, un maestro de la palabra: Manuel Vicent. Cuando tengamos más datos, os los comunicaremos. De momento, algunas notas sobre M. Vicent (Villavieja, Castellón, 1936).

Escritor y periodista valenciano, estudió Derecho, Filosofía y Letras, Periodismo en Valencia y Madrid. Premio Nadal 1987 con Balada de Caín, autor de Tranvía a la Malvarrosa (1994), Jardín de Villa Valeria (1996), Pascua y naranjas (premio Alfaguara 1966), Los mejores relatos (1997), Las horas paganas (1998), Son de Mar (premio Alfaguara de Novela 1999), La novia de Matisse (2000), Cuerpos sucesivos (2003), Verás el cielo abierto (2005), León de ojos verdes (2008)...

Colabora habitualmente en El País. Sus mejores columnas está recogidas en las antologías de artículos Nadie muere la víspera (2004), Viajes, fábulas y otras travesías (2006), Comer y beber a mi manera (2006), El cuerpo y las olas (2007)... Sus novelas Tranvía a la Malvarrosa y Son de mar han sido llevadas al cine (por García Sánchez y Bigas Luna respectivamente).

Vicent destaca por su hedonismo vitalista. Es agnóstico, partidario de una moral sin culpa, escritor embriagado por el sensualismo, la luz del Mediterráneo, el panteísmo místico del mar, el despertar a la vida de los sentidos. Estilista depuradísimo, es el escritor de los olores, los colores, los sabores... Se caracteriza por su ironía, su distanciamiento de lo narrado, su actitud escéptica, su barroquismo expresivo lleno de imágenes deslumbrantes.

Viajero infatigable y navegante de todos los mares, los títulos de sus libros suelen tener un punto poético o metafórico. Le enfadan la estupidez humana, los abusos de los tiburones financieros, la degradación urbana del litoral, la especulación inmobiliaria, la hipocresía religiosa... Critica con furia al Vaticano, a los políticos y salvapatrias, a los omnipresentes medios de comunicación social... Desdeña el monoteísmo obsesivo de las grandes religiones en favor de un Olimpo politeísta poblado de dioses y placeres.

Algunas citas
* "...supe que el Mediterráneo era una pulsión moral sin Dios, un mar interior que sólo se navegaba desnudo sin más adherencias que el deber de sobrevivirse todos los días" (León de ojos verdes, Madrid, Alfaguara, 2008, p. 125).
* "Creía que el mar contenía todo cuanto podía desear, aventuras, travesías interiores, navegaciones imprevistas a la isla del tesoro e incluso una especie de misticismo que podía sustituir a Dios, que ya se estaba alejando por el horizonte" (Léon de ojos verdes, pp. 22 y 23).
* "El alma primaria de toda la humanidad no es cosa distinta del conjunto de todos los mares, que incluye también este mar de La Habana, ahora tan suave (...) el mar será una vez más un espejo amable o un juez terrible. El mar engullirá todas las desdichas humanas y también los días felices o aciagos; se tragará a muerto oscuro que todo el mundo lleva dentro y después de cualquier catástrofe espeluznante o mínima desgracia se volverá a extender mudo y azul bajo un sol radiante" ("Mar, 2005", en El cuerpo y las olas, Madrid, Alfaguara, 2007, p. 81).
* "Con ese libro (de Albert Camus) descubrí el Mediterráneo. La rebeldía consistía en no resignarse nunca a vivir sin la belleza y sin la libetad y también sin un placer, exento de melancolía: ésa era la mejor arma contra los dioses" ("Prometeo", en El cuerpo y las olas, Madrid, Alfaguara, 2007, p. 183).
* [El arte, paraguas contra] "los idiotas furiosos que esparecen su halitosis desde la radio, la televisión y los periódicos" ("Paraguas", El cuerpo y las olas, p. 106).
* "Cualquier paraíso siempre es un paraíso perdido. Cualquier infierno siempre es presente".
* "Debajo de la belleza está la corrupción, debajo de la destrucción renace siempre la belleza".

Próximamente, más.

sábado, 28 de agosto de 2010

Un poema en prosa de Manuel Vilas

Hola, letraheridos. Tras la pausa estival, vamos retomando nuestras tareas, nuestro/vuestro blog entre ellas.

Para ir haciendo boca, comenzamos con un poema en prosa de nuestro compañero Manuel Vilas, profe de Literatura en el "Avempéis", poeta, narrador, articulista de prestigio, conferenciante... De su libro Calor tomamos este texto.

AMOR MÍO


No voy a estar contigo ni un minuto más. Estoy harta de todas tus patadas. He dicho patadas. Y de tus camisas, de lavarlas y de plancharlas. Qué feas son tus desgraciadas camisas, y eso que las elegí yo. No te quiero, me oyes, es que ya no te quiero nada. No me gusta el fútbol ni el tenis ni las novelas de romanos o de extraterrestres o de dragones o de cofres orientales o de lo que sea que te lees por la noche antes de quedarte dormido como un cerdo. ¿Lo oyes bien? No me gusta nada, nada, nada el fútbol. Me parece una cosa monstruosa, el fútbol. No me gusta tu madre, ni tu hermana, ni tus primos. Que te largues. Llevo diez años a tu lado y en diez años no he abierto la boca. No sabes hacer café. No sabes acariciar. No sabes hacer una tortilla. No sabes llamar al fontanero. No sabes tender. No sabes amar. No sabes sonreír. Y me das tanta pena, porque en realidad es que me das pena. Pena. Sí, pena, porque no tienes culpa de nada. Sí, es verdad, sólo sabes poner el despertador y tomarte una cerveza con los amigos después de currar diez horas seguidas (tranquilo, no me tiraría a tus amigos aunque fuesen los últimos falos erectos sobre la tierra porque son tan monstruosos como tú, monstruosidad no culpable si quieres, pero no más que eso). Eres un Nosferatu posindustrial, amado mío. Diez horas trabajando. Llevo diez años oyendo lo de las diez horas. Diez años a diez horas diarias para nada. "Es que mi trabajo es muy importante", dices. Sí, no veas cómo está cambiando el mundo con tu trabajo. Se nota a diario, sí, el cambio del mundo, por tu voluntad trabajadora. Anda, pon el despertador. Ya tienes planchada la camisa. Mañana tienes mucho trabajo, amor mío. Pobre diablo, que ya no se la encuentra, ni siquiera tiene coraje para buscarse una amante. El tonto de mi marido no sabría qué hacer con una amante. Sí, ya sé que estás trayendo mucho dinero a casa, y ahora compraremos muebles nuevos y cambiaremos el coche. Bien. Es maravilloso. Me tiraría al fontanero, al policía municipal que trae las multas que te ponen por no saber aparcar, al vecino del quinto, al del sexto, al del tercero, y tú nunca notarías nada. Nada de nada notarías. Una mesa de madera maciza un Renault Megane y una semana en Cancún. Tu camisa a cuadros, tu cinturón, tu pantalón de tergal y tus mocasines. Anda, amor mío, yo te pongo el despertador, mañana vas a hacer lo mismo que ayer, qué pasión. Trabaja, amor mío, madruga, amor mío. Tu única voluptuosidad: un frasco de Loewe comprado en el dutty free. Y muérete pronto, amor de mi vida. Me gustará verte morir, ay, eso me pondrá cachonda, eso me abrirá la raja desde Ciudad del Cabo hasta Reikiavik. Muérete pronto, pedazo de cabrón, que me jodes la vida a cada instante, a cada instante.

(De Manuel Vilas, Calor, VI Premio de Poesía Fray Luis de León de la Diputación Provincial de Cuenca, Madrid, Visor Libros, 2008, pp. 50-51)

(En el jurado del premio estaba Luis García Montero, quien señaló que "Calor es un libro muy creativo, que apuesta por un nuevo modo de poesía de crítica social donde se toma conciencia de la realidad, donde se critican las costumbres contemporáneas, donde se mezcla el poema en verso libre con el poema en prosa y donde hay un espíritu crítico muy irreverente y que me parece muy fértil")

martes, 10 de agosto de 2010

¡Marchando una de Lorca!

Muerte de Antoñito el Camborio
Federico García Lorca 
 (1898 - 1936)

A José Antonio Rubio Sacristán

Voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.
Les clavó sobre las botas
mordiscos de jabalí.
En la lucha daba saltos
jabonados de delfín.
Bañó con sangre enemiga
su corbata carmesí,
pero eran cuatro puñales
y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueñan
verónicas de alhelí,
voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.

*

Antonio Torres Heredia,
camborio de dura crin,
moreno de verde luna,
voz de clavel varonil:
¿quién te ha quitado la vida
cerca del Guadalquivir?
Mis cuatro primos Heredias
Hijos de Benamejí,
lo que en otros no envidiaban
ya lo envidiaban en mí.
Zapatos color corinto,
medallones de marfil,
y este cutis amasado
con aceituna y jazmín.
¡Ay, Antoñito el Camborio,
digno de una Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen,
porque te vas a morir.
¡Ay Federico García,
llama a la guardia civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como caña de maíz.

*

Tres golpes de sangre tuvo
y se murió de perfil.
Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.
Un ángel marchoso pone
su cabeza en un cojín.
Otros de rubor cansado
encendieron un candil.
Y cuando los cuatro primos
llegan a Benamejí,
voces de muerte cesaron
cerca del Guadalquivir.

Como siempre, en negrita los versos que más me gustan. En morado la voz de Antoñito.
¡Feliz verano...! O lo que queda de él ;D

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