Hola, avempacianos. Como habréis visto, vamos incluyendo algunas entradas sobre zarzuela en Letr@herida, así que vamos a hablar en esta un poquito sobre el origen de nuestra lírica musical.
Los orígenes de la zarzuela se remontan al siglo XVII, en el reinado de Felipe IV, un rey que adoraba el teatro y, según dicen, también a las cómicas, con las que tuvo algunos... desahogos. Bueno, pues a este rey tan "salao" le gustaba "chapuzarse en pueblo" y como en el Pardo había un palacete rodeado de zarzas, al que habían dado el nombre de Palacio de la Zarzuela, empezaron allí a representar sus números escénicos, con cantos y bailes, las compañías contratadas para dar gusto al monarca.
La zarzuela empezó siendo una mezcla de teatro, concierto y sainete. O sea, mezclaba lo escénico, lo musical y lo popular. ¿Os acordáis cuando estudiamos todo ese rico teatro de entretenimiento de nuestro Siglo de Oro, la época de Lope de Vega y Calderón de la Barca?, ¿aquello de las jácaras, mojigangas, loas, entremeses...? Pues la zarzuela es una evolución y perfeccionamiento de esos números ligeros, cuyo fin principal es entretener.
A veces, suelen confundirse "género chico" y zarzuela, que no son exactamente lo mismo. El género chico tiene un acto, menor duración y la entrada era más barata, por lo que gozó de gran favor entre las clases populares. La zarzuela, por su propia evolución, influida por la gran música europea, italiana y francesa sobre todo, llegó a convertirse en una especie de ópera española, en tres actos, con mayor complejidad musical, movimiento escénico, números de baile, etc.
La zarzuela española tuvo su esplendor en el siglo XVII, como decimos, gracias al apoyo real; decayó durante la centuria siguiente, porque los nuevos monarcas, los Borbones, apreciaban más la música italiana. En el siglo XIX volvió la zarzuela a resurgir, sobre todo en Madrid y, desde allí, también en otras capitales y regiones (por ejemplo, Cataluña fue un activo núcleo zarzuelero). En este tiempo, tuvo la zarzuela gran influencia de la música italiana y francesa, que en Europa marcaban la primacía, pero sin dejar de lado el folclor regional.
De hecho, nuestra zarzuela es ininteligible sin el casticismo, el madrileñismo, el madrileño Teatro de la Zarzuela (durante mucho tiempo conocido como Teatro Jovellanos) donde se representaron durante años las obras de los mejores compositores y libretistas, el costumbrismo de época, el lenguaje de la calle, los personajes populares (barberos, costureras, majos y majas...). Este tipismo es el que la ha convertido en un género muy nuestro, inexportable e intraducible, adorado por unos y repudiado por otros. Por ejemplo, el escritor Pedro Antonio de Alarcón predijo que la zarzuela terminaría agotándose como se agotaría el andalucismo o el tipismo regional. Y parece que ha tenido razón, pues desde la segunda mitad del siglo XIX entró en declive y en el siglo XX, con la competencia de otros espectáculos y entretenimientos (toros, fútbol, televisión, revista, cine...) goza de menor afición entre las clases populares.
Algunos literatos han sido grandes libretistas de zarzuela. Entre los más destacados, podríamos citar a Luis Mariano de Larra, hijo de Mariano José y libretista de El barberillo de Lavapiés; a Francisco Camprodón, libretista de Marina; a Guillermo Fernández Shaw (libretista de La gran vía y Luisa Fernanda), etc.
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