Cuenta Francisco Portugal:
"Vino un caballero muy principal para su casa y halló a su mujer, hijas y criadas llorando; sobresaltóse y preguntóles muy congojado si algún hijo o deudo se les había muerto; respondieron ahogadas en lágrimas que no; replicó más confuso: pues ¿por qué lloráis? Dijéronle: Señor, hase muerto Amadís."
Esta anécdota maravillosa sirve para ver hasta qué punto puede influir la lectura en el comportamiento de las personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Envía tus comentarios