Leo en Las armas y las letras. Literatura y guerra civil (1936-1939), de Andrés Trapiello,(Barcelona, Planeta, 1994, col. "Espejo de España, 166"), un comentario muy apropiado:
"...como aquella dama del XVIII que recuerda Stendhal, que habría pedido al Papa que declarase pecado mortal comer helados, sólo por el placer añadido que a ella le habría causado tomárselos a escondidas" (p. 90)En fin, nada más atractivo que pecar. Y más en verano.
Feliz helado.
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