Las vacas del
sol
Se detienen en la isla de
Helios. Allí pacen un gran número de vacas, una por cada día del año y su
número debe permanecer siempre constante. Ni aumenta ni disminuye.
Ulises prohíbe a sus compañeros que coman
esas vacas porque son sagradas. Pero el tiempo pasa y las condiciones
marítimas les impiden salir de la isla. Están hambrientos. Ulises se retira
a meditar y se duerme.
Mientras, sus compañeros matan varias vacas y
se las comen. No son vacas corrientes, así que incluso troceadas no paran de
mugir. Cuando Ulises se entera, monta en cólera. Pero ya es demasiado tarde.
Sus compañeros están perdidos. Zeus les
castiga y hunde su barco en medio de una tempestad provocada por el monstruo
Caribdis. Solo Ulises se salva.
Si algún día las vacas hablaran, seguro que nos pedirían responsabilidades por tantos años, lustros, siglos... de "vaquicidios", "toricidios" y "ternericidios".
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