jueves, 13 de diciembre de 2012

"Rigoletto", de Verdi-2

Seguimos con Rigoletto, la célebre ópera de Verdi, inspirada en Le roi s'amuse, El rey se divierte, de Víctor Hugo.

Verdi tuvo que adaptar el argumento de Hugo para evitar problemas con la censura. En el original de teatro, la acción se sitúa en la Corte de Francia y el personaje criticable y odioso es el propio rey (Hugo ya se había hecho republicano, aunque de joven había sido bonapartista y monárquico). Pero en la ópera italiana, el infame seductor es el duque de Mantua, que pertenece a la familia de los Gonzaga, una dinastía que se había extinguido hacía tiempo, a mediados del siglo XIX. Además, el Ducado de Mantua ya no existía por entonces, de manera que no se podía ofender a nadie. El jorobado (originalmente, Triboulet) pasó a ser llamado Rigoletto (del francés rigolo = divertido). El nombre de la obra también se cambió, para que fuera menos evidente la crítica a la corona.

Para que veamos ese carácter donjuanesco del duque, traemos aquí una de las arias de tenor más famosas de la historia operística: "Questa o quella", "Esta o aquella, para mí es igual". El aristocrático tirano era, en su gusto femenino, muy democrático: le gustaban todas.




DUCA
Questa o quella per me pari sono
A quant'altre d'intorno mi vedo,
Del mio core l'impero non cedo
Meglio ad una che ad altra beltà.
La costoro avvenenza è qual dono
Di che il fato ne infiora la vita;
S'oggi questa mi torna gradita,
Forse un'altra doman lo sarà.
La costanza, tiranna del core,
Detestiamo qual morbo crudele,
Sol chi vuole si serbi fedele;
Non v'ha amor, se non v'è libertà.
De' mariti il geloso furore,
Degli amanti le smanie derido,
Anco d'Argo i cent'occhi disfido
Se mi punge una qualche beltà.
EL DUQUE
Esta o aquella para mí son iguales
a cuantas veo a mi alrededor;
no cedo el dominio de mi corazón
a una belleza más que a otra.
El encanto de cada una es el don 
con que el destino nos alegra la vida;
y hoy ésta es de mi agrado,
quizás otra lo sea mañana.
La constancia, tirana del corazón,
la odio como a una cruel enfermedad; 
manténgase fiel sólo quien quiera; 
no hay amor sin libertad.
Me burlo de los maridos celosos,
y del frenesí de los amantes,
desafío incluso los cien ojos de Argos,
cuando me excita cualquier belleza.

1 comentario:

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