Zaragoza tiene un lugar importante en el
Quijote. Hacia allí se dirige el caballero en la
segunda parte de la inmortal obra cervantina, si bien después gira hacia
Barcelona, al enterarse de la edición del falso
Quijote de
Avellaneda. En este libro don
Quijote sí entra en
Zaragoza y por eso
Cervantes decide que el suyo no entre en la ciudad. Además, se cree que
Cervantes sí sabía quién se ocultaba tras el seudónimo de "
Avellaneda" y él lo llamaba "
el aragonés". Pudo ser quizás
Jerónimo de Pasamonte, natural de
Ibdes, o
Ximénez de Embún.
Otro lazo que une a
Aragón con
Cervantes es que don
Joaquín Ibarra, importante editor de un
Quijote en 1780, era de
Zaragoza.
También
Alcalá de Ebro y
Pedrola, donde los
duques de Villahermosa tenían posesiones, son lugares de raigambre cervantina.
Parece ser que
Cervantes sitúo la
ìnsula Barataria en Alcalá de Ebro, y el palacio de gobernador de
Sancho Panza en una casona de caza que los duques tenían en el lugar. En
Alcalá hay unos espectaculares
meandros que, con las crecidas del río, se convierten fácilmente en ínsulas. Hoy
hay también una estatua dedicada a
Sancho.
Y en
Pedrola, está el palacio de los
duques de Villahermosa, en cuyo patio de armas y jardín se desarrolla el episodio de
Clavileño, una broma que los duques gastaron al caballero y al escudero, pues les hicieron creer que el caballo de madera podía volar.
(Por cierto, que el palacio de
Villahermosa en
Madrid es la sede del
Museo Thyssen-Bornemisza, lo cual demuestra el poderío que tenían los duques, quienes también poseían un palacio impresionante en
Zaragoza y una casa de verano en
Zarauz)
Esto dice
Cervantes sobre la
ínsula:
"Llegó Sancho a un lugar de hasta 1.000 vecinos, que era de los mejores que el Duque tenía. Diéronle a entender que se llamaba la Ínsula Barataria, por lo barato con que se le había dado el gobierno".
Y en el ayuntamiento de
Alcalá hay una placa que recuerda el momento en que el
duque concede a
Sancho el gobierno insular:
"Mirad amigo Sancho, respondió el Duque, lo que puedo dar os doy, que es una Insula hecha y derecha, redonda y bien proporcionada y sobremanera fértil y abundosa, donde si vos os sabéis dar maña, podréis con las riquezas de la tierra granjear las del cielo."
Según se dice,
Cervantes estuvo en el palacio de los
duques de Villahermosa en 1568, en calidad de paje del
cardenal Giulio Acquaviva (que por entonces todavía no había sido nombrado cardenal), con el que luego se fue a
Italia, que era pariente de la duquesa y que había sido invitado por sus ilustres familiares.
Cervantes paseó por
Alcalá de Ebro y le llamaron la atención los
meandros del río, que se inundaban fácilmente con las crecidas y se convertían así en
ínsulas. Y su fértil imaginación hizo el resto.
Parece ser que la vieja tradición de ver en
Alcalá de Ebro la ubicación de la
ínsula Barataria y de identificar a los
duques de Villahermosa con los jóvenes Duques juerguistas que, en la
segunda parte del Quijote, quieren burlarse de
don Quijote y
Sancho (capítulos 30 a 60) procede del aragonés
Juan Antonio Pellicer, ilustre cervantista, quien la lanzó en 1797 (
siglo XVIII), pero quizás para magnificar a lsu tierra chica.
Sea como fuere, bien están las viejas tradiciones, y sobre todo si nos sirven para vincularnos a la gran novela cervantina, fundadora de la narrativa moderna.
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