Otro lazo que une a Aragón con Cervantes es que don Joaquín Ibarra, importante editor de un Quijote en 1780, era de Zaragoza.
También Alcalá de Ebro y Pedrola, donde los duques de Villahermosa tenían posesiones, son lugares de raigambre cervantina.
Parece ser que Cervantes sitúo la ìnsula Barataria en Alcalá de Ebro, y el palacio de gobernador de Sancho Panza en una casona de caza que los duques tenían en el lugar. En Alcalá hay unos espectaculares meandros que, con las crecidas del río, se convierten fácilmente en ínsulas. Hoy hay también una estatua dedicada a Sancho.
Y en Pedrola, está el palacio de los duques de Villahermosa, en cuyo patio de armas y jardín se desarrolla el episodio de Clavileño, una broma que los duques gastaron al caballero y al escudero, pues les hicieron creer que el caballo de madera podía volar.
(Por cierto, que el palacio de Villahermosa en Madrid es la sede del Museo Thyssen-Bornemisza, lo cual demuestra el poderío que tenían los duques, quienes también poseían un palacio impresionante en Zaragoza y una casa de verano en Zarauz)
Esto dice Cervantes sobre la ínsula:
"Llegó Sancho a un lugar de hasta 1.000 vecinos, que era de los mejores que el Duque tenía. Diéronle a entender que se llamaba la Ínsula Barataria, por lo barato con que se le había dado el gobierno".Y en el ayuntamiento de Alcalá hay una placa que recuerda el momento en que el duque concede a Sancho el gobierno insular:
"Mirad amigo Sancho, respondió el Duque, lo que puedo dar os doy, que es una Insula hecha y derecha, redonda y bien proporcionada y sobremanera fértil y abundosa, donde si vos os sabéis dar maña, podréis con las riquezas de la tierra granjear las del cielo."Según se dice, Cervantes estuvo en el palacio de los duques de Villahermosa en 1568, en calidad de paje del cardenal Giulio Acquaviva (que por entonces todavía no había sido nombrado cardenal), con el que luego se fue a Italia, que era pariente de la duquesa y que había sido invitado por sus ilustres familiares. Cervantes paseó por Alcalá de Ebro y le llamaron la atención los meandros del río, que se inundaban fácilmente con las crecidas y se convertían así en ínsulas. Y su fértil imaginación hizo el resto.
Sea como fuere, bien están las viejas tradiciones, y sobre todo si nos sirven para vincularnos a la gran novela cervantina, fundadora de la narrativa moderna.
Para saber más:
- En un lugar de Aragón, http://lacomunidaddelcastillo.blogspot.com.es/2009/12/en-un-lugar-de-aragon.html
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