lunes, 3 de julio de 2017

Una anécdota de Esparta


Esparta, la ciudad-estado griega de la Antigüedad, era un estado que vivía por y para la guerra. El objetivo de los espartanos era formar a los mejores soldados `posibles para ser temidos por los otros griegos. Los reyes luchaban al lado de los soldados, como el famoso Agesilao II, que aún luchaba en la primera línea... ¡a los 79 años! Los niños, al nacer, eran juzgados por los ciudadanos y, si no eran estimados como "aptos", eran arrojados al vacío desde lo alto del monte Taigeto. Las mujeres también recibían un entrenamiento deportivo-militar.

En Esparta, el amor a la patria y el servicio castrense eran lo primero. De ahí viene la expresión "vida espartana", como sinónimo de una vida llena de sacrificios y duras pruebas de superación personal. Hay algunas películas de cine que muestran bien estos aspectos de la vida espartana, como 300, que describe el sacrificio del rey Leónidas y sus trescientos soldados en beneficio de la polis, para evitar el avance del enemigo persa. Los espartanos murieron en la terrible batalla de las Termópilas, pero infringiendo graves pérdidas a sus rivales.

He aquí una anécdota que refleja bien el gusto espartano por la vida marcial:

Según se cuenta, un día una madre espartana esperaba nerviosa el resultado de una batalla en la que luchaban sus cinco hijos. Un mensajero que regresaba de la batalla le anunció la terrible nueva de que todos sus hijos habían muerto en el combate. Pero ella, enfadada, le recriminó:

"¡Imbécil! No te he preguntado si mis hijos han muerto o no. ¡Lo que quiero saber es si Esparta ha ganado la batalla!"

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