Insistamos en el carácter básico de herramienta, y no de especulación científica, propio del diccionario. La lexicografía no es una ciencia, sino una técnica, o, como dirían los clásicos, un arte. Esta bella palabra, arte, encierra en nuestro caso —permitidme la paradoja— una exacta ambigüedad, por lo que tiene la actividad del lexicógrafo de oficio y artesanía, y al mismo tiempo de intuición, sensibilidad y pasión. La condición de mera técnica o arte que tiene la lexicografía explica que durante siglos haya estado en manos de puros aficionados, y aun hoy en buena parte lo esté. Y conste que lo de puros aficionados no lleva ninguna carga despectiva. Un buen aficionado siempre es superior a un mal profesional. En el arte lexicográfico, buenos aficionados fueron, por ejemplo, los padres fundadores de esta Academia, autores del admirable Diccionario de autoridades."
Manuel SECO REYMUNDO, Las palabras en el tiempo: los diccionarios históricos. Discurso de ingreso en la R.A.E. (Madrid, 23 de noviembre de 1980). Disponible en: http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000001.nsf/(voAnexos)/archFF6148EC9C8F6003C1257148004387F2/$FILE/seco.htm
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