A principios del
siglo XX, en
España, un grupo de mujeres activas, conscientes de su condición y orgullosas de su sexo, lucharon para desmontar la
sociedad patriarcal en que les tocó vivir. El
machismo imperante relegaba a la mujer al hogar, al cuidado de los hijos, y negaba que pudiera contribuir a ninguna causa seria. Las que eran escritoras eran relegadas enseguida al apartado de "
literatura femenina" y, si eran poetas, se las llamaba "
poetisas", adscritas así a esa corriente de poesía cursi, sentimentaloide e intimista que imperó en el siglo XIX. Durante mucho tiempo, estuvo mal visto que la mujer escribiera. Por eso solían recurrir a utilizar un seudónimo. O tenían que justificarse, como por ejemplo
Santa Teresa de Jesús, que se excusaba diciendo que Dios le pedía que escribiera.
Carmen de Burgos, por ejemplo, se quejaba de que la mujer tenía que ser, sí o sí, la guardiana del hogar, madre modélica, modesta, deseinteresada, generosa... Su modelo tenía que ser la
Virgen María.
Se exigía de la mujer que fuera el "
ángel del hogar" y el "
descanso del guerrero". La primera denominación viene el libro de
Coventry Patmore,
Angel in the house, que él dedicó a su difunta esposa,
Emily Patmore, a la que consideraba el paradigma de la perfección femenina. Su libro era, más o menos, la actualización de
La perfecta casada, de
Fray Luis de León (
siglo XVI).
Un grupo de mujeres, a las que se llamó
Las Sinsombrero, querían cambiar este estado de cosas tan paternalistas. Y poco a poco, se fueron produciendo algunos hitos en el cambio feminista que el país necesitaba.
En 1868,
Faustina Sáez de Melgar crea el
Ateneo de Señoras, donde se defiende que la única posibilidad de que la mujer consiga su independencia es que trabaje para ganarse la vida por sí misma.
En 1892, se celebró en
Madrid el
Congreso Pedagógico Hispano-Portugués-Americano, en el que participaran ponentes tan destacadas como
Carmen Rojo, Emilia Pardo Bazán, Concepción Arenal... También defendieron que el trabajo era el único camino para la independencia de la mujer.
En 1915, se creó la
Residencia de Señoritas, bajo de la dirección de
María de Maeztu, una institución tan moderna y liberal como su homóloga masculina, la
Residencia de Estudiantes, y donde además se fomentaba, contra el gusto mayoritario conservador, el deporte femenino.
En 1924,
Teresa de Escoriaza dio una conferencia feminista en
Radio Ibérica.
En 1926, se crea el
Lyceum Club, fundado por
María de Maeztu, llamado despectivamente por algunos "club de maridas" y "casino de mujeres". Llevó adelante una gran labor cultural y social, promoviendo charlas y conferencias en las que colaboraron algunos grandes nombres de la época. Pero no todos, más bien pocos. Algunos, como
Jacinto Benavente, declinaron hablar allí, porque, como dijo el Nobel español, él no podía hablar "a tontas y locas".
En 1931, la
República concedió el sufragio universal a todos los ciudadanos, de ambos sexos.
En 1932, se aprobó la ley del
divorcio.
Y en 1936, se aprobó la ley del aborto libre, promovida por la ministra anarquista
Federica Montseny.
Hay acontecimientos importantes que nos hablan de ese cambio de mentalidad que se aproximaba. En 1932,
Victor Marguerite publicó
La garçonne, una obra de la que se vendieron más de un millón de ejemplares. Allí se defendía el pelo corto, el vestir al modo masculino, etc. Toda una ruptura. La obra fue traducida al español en Chile, en 1937, y se tradujo como
La machona. Este era el destino que afrontaban las mujeres reivindicativas: ser acusadas de marimachos, subversivas, rompe-familias, machotudas...
Las Sinsombrero eran todas mujeres liberales, normalmente acomodadas, cultas, autodidactas, que trabajaban, fumaban y conducían su propio auto, que hacían deporte y en literatura eran vanguardistas, que llevaban pelo corto y se atrevían a ponerse pantalones.
Ellas estuvieron codo con codo con los
autores del 27, pero han sido sistemáticamente borradas de la historia literaria, aunque ahora se esté haciendo algo por su recuperación. Por ejemplo,
Gerardo Diego en su
Antología consultada. Poesía española contemporánea, solo incluye a dos mujeres:
Josefina de la Torre (porque hermana de su gran amigo
Claudio de la Torre), y
Ernestina de Champourcín (que era la mujer de
Juan José Domenchina). Concha Méndez le preguntó a Gerardo por qué no incluía más, ya que eran muchas más las que escribían, pero él dio a entender que el tema le desagradaba, que no estaba muy de acuerdo con apreciar las aportaciones femeninas y que la inclusión de dos, debido más que nada a cuestiones de amistad o deuda personal, ya era más que suficiente.
Hacia 1930, se produjo una fuerte reducción del
analfabetismo femenino: dejaron de serlo un 40% de las mujeres españolas, un porcentaje muy superior al de los hombres. Ello hizo que aparecieran un montón de libros y revistas especialmente dirigidos a la mujer.
Entre las autoras más destacadas tenemos que citar a
Carmen de Burgos, María Lejárraga, Margarita Nelken... Estas mujeres querían dejar de ser "
poetisas" en el sentido de cursis, significado que se atribuía normalmente a la palabra, para ser escritoras o poetas de pleno derecho.
Hay que destacar que algunos de los grandes intelectuales del siglo eran más bien
misóginos, como
Gregorio Marañón y
Ortega y Gasset.
Si tuviéramos que organizar por fechas los nombres de mujeres escritoras más relevantes, este podría ser un primer catálogo de urgencia:
- Intelectuales del 98: Blanca de los Ríos, Sofía Casanova, Concha Espina, María Goyri, María Lejárraga, Isabel Oyarzábal (que llegó a ser embajadora en Suecia)...
- Intelectuales del 14: María de Maeztu, Carmen Baroja, Clara Campoamor, Victoria Kent, Margarita Nelken, Elena Fortún, Hildegart Rodríguez...
- Vanguardistas del 27: Rosa Chacel, Concha Méndez (casada con Manuel Altolaguirre y gran colaboradora en sus negocios editoriales), Carmen Eva Nelken (hermana de Margarita), María Teresa León, María Zambrano, Ernestina de Champourcín, Luisa Carnés, Carmen Conde (1907-1996), Josefina de la Torre...
Tras la guerra civil española, volvieron el exilio y la posguerra. Los vencedores impusieron una vuelta al modelo tradicional de mujer. Las mujeres volvieron a tener grandes dificultades para participar en los círculos literarios. Hubo una campaña de silencio y olvido contra ellas, para que pasaran desapercibidas, para que nadie las leyese, las reseñase o siquiera las conociese. Incluso hoy, que se está revisando un poco más a fondo el canon (en el que sin duda alguna se escenifica el poder patriarcal), se tiende a considerar a estas mujeres, de un manera muy injusta, sin conocerlas apenas, sin haberlas estudiado ni valorado adecuadamente, como poetas menores o de segundo grado.
Una de las mujeres más destacadas en Carmen de Burgos (1867-1932), que firmaba como Colombine. Ella fue la primera mujer corresponsal de guerra (en Marruecos). Escribía un columna titulada "Lecturas para la mujer" y hablaba de temas de moda, investigada el sufragio y los sistemas educativos, etc. Entre sus obras, destacan Misión social de la mujer (1911), La mujer moderna y sus derechos (1927). Esta última, junto con La condición social de la mujer, de Margarita Nelken, fueron obras de cierta relevancia en el panorama nacional.
Otra obra muy relevante es Mujer sin edén, de Carmen Conde, primera mujer en ser elegida para el cargo de académica de la lengua.