En la pélicula Pretty woman, dirigida por Garry Marshall, hay una de las escenas de ópera más divertidas de la historia del cine.
Argumento:
Edward Lewis (Richard Gere) es un rico hombre de negocios que viaja regularmente a Los Ángeles, donde se aloja en una suite de un lujoso hotel, el Regent Beverly Wilshire. Una noche se lleva al hotel a una prostituta, Vivian Ward (Julia Roberts), con la idea de que se quede solamente una noche. A pesar de que Vivian es un tanto vulgar, Edward se siente atraído por la inocencia de la joven y le ofrece quedarse toda una semana con él por 3.000 dólares. Ella accede encantada a la vista de la paga que recibirá.
En los días siguientes, los dos se irán conociendo e intimando, descubrirán nuevas facetas de sus vidas y desarrollarán sentimientos que serán expresados con bellos gestos y frases bonitas. Edward se preocupa de que ella vista con corrección y aprenda lo necesario para comportarse en sociedad.
La escena a la que nos referimos tiene lugar en la Ópera de San Francisco, donde Edward Lewis, lleva a Vivian para ver una ópera. Se trata de La Traviata. Vivian no ha visto jamás una ópera, y Edward le dice unas palabras que pueden servir para todo aquel que se acerque a la ópera por primera vez::
La reacción de la gente la primera vez que ve una ópera es muy espectacular, o les encanta o les horroriza. Si les encanta será para siempre, si no, pueden llegar a apreciarla, pero jamás les llegará al corazón.
A Vivian, la música le llega al corazón, y como veremos al final de la escena, describe de una manera muy gráfica el placer que ha supuesto para ella escuchar y ver una ópera por primera vez.
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