Es una de las comedias más famosas e importantes del autor dublinés. Fue estrenada en Londres, el 14 de febrero de 1895, con un éxito absoluto. Pero tras el estreno comenzó la persecución contra el escritor, acusado de sodomía por el marqués de Queensbury.
La historia es, más o menos, la siguiente:
El marqués
de Queensbury, el mismo que creó las
reglas del boxeo moderno, furioso por las relaciones homosexuales de su hijo Lord Alfred Douglas, Bosie,
con Wilde, dejó en el club que
frecuentaba el escritor una tarjeta de visita en la que escribió:
“Para Oscar
Wilde, que alardea de sodomita”,
seguida de un libelo en el que acusaba al escritor de “actos de gran indecencia
con otros hombres”.
La difamación pública enfadó a Wilde, quien inició un proceso contra el marqués. Pero este contrató
a unos detectives que probaron las relaciones homosexuales de Wilde con prostitutos. El marqués fue absuelto y comenzó
entonces el proceso contra Wilde,
que fue arrestado, declarado culpable y condenado a dos años de trabajos
forzados en Pentonville, luego transferido
a la cárcel de Reading, cercana a Londres.
Aunque pudo escapar antes de ir
a prisión, se dice que Wilde se quedó para evitar a su madre la vergüenza de tener un
hijo prófugo.
De acuerdo con su mujer, Constance, cambió su apellido y el de
sus hijos por Holland para evitarles la vergüenza de un patronímico caído en vergüenza.
En la cárcel escribió De profundis, una larga carta llena de reproches a su amigo Bosie, y Balada de la cárcel de Reading, que es uno de los poemarios más entrañables de Wilde.
Cuando cumplió su condena, se fue a París, donde vivió solo y pobre en el Hotel d'Alsace, hasta el momento de su muerte, olvidado y abandonado, excepto por unos pocos amigos que le fueron fieles hasta el final. Está enterrado en el cementerio de Père Lachaise.
En la cárcel escribió De profundis, una larga carta llena de reproches a su amigo Bosie, y Balada de la cárcel de Reading, que es uno de los poemarios más entrañables de Wilde.
Cuando cumplió su condena, se fue a París, donde vivió solo y pobre en el Hotel d'Alsace, hasta el momento de su muerte, olvidado y abandonado, excepto por unos pocos amigos que le fueron fieles hasta el final. Está enterrado en el cementerio de Père Lachaise.
Pero yendo al título de la comedia de Wilde, La importancia de llamarse Ernesto contiene uno de los juegos de palabras más ingeniosos y
conocidos del inglés, ya que, en la
lengua de Shakespeare el nombre “Ernesto” (Ernest) y el adjetivo “formal” (earnest) se pronuncian
igual, así que The importance of being Earnest puede ser entendido por el
oyente en cualquiera de los dos sentidos: es importante llamarse Ernesto o ser
honesto.
Como este juego de palabras es intraducible en español,
algunos traductores han optado por la traducción literal, como Juan Gómez de la Serna, quien titula La
importancia de ser formal. En francés
se ha intentado la misma solución: De l’importance d’être Constant,
cambiando –claro está- el nombre del protagonista. Y lo mismo en italiano: La
importanza di essere Franco, ya que “Franco”, además de un nombre,
es el adjetivo que significa “sincero”.
Además, Wilde
añadió como subtítulo de su obra “Comedia
trivial para gente seria”. Y sin duda se trata de un texto lleno de humor,
de réplicas y contrarréplicas, de diálogos chispeantes característicos del
autor irlandés.
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