miércoles, 18 de septiembre de 2019

¿Qué es una DANA?

En estos días que se han producido graves inundaciones en el Levante y en el Sur español, con los subsiguientes daños materiales y personales (varios fallecidos), escuchamos con frecuencia en los medios de comunicación la alusión a la DANA: Los efectos de la DANA, la DANA produce graves pérdidas, que si la DANA patatín, que si la DANA patatán...

Podríamos decir que nuestro lenguaje es algo vivo y que está en continua transformación. Este término técnico que utilizan los meteorólogos, DANA, ha aparecido ahora, en 2019, en el vocabulario común de los españoles, con motivo de los sucesos de Murcia, Andalucía, Cataluña, Baleares y Valencia. La meteorología está siendo últimamente una fuente de tecnicismos que se popularizan en el habla normal de la gente gracias a los medios de comunicación. Por ejemplo, en los últimos tiempos se habla de ciclogénesis explosiva, marbete nuevo que ha venido a unirse a otros términos ya más populares como anticiclón, borrasca, ola africana...

Hasta el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, que ha viajado a los lugares afectados por la climatología adversa (otra preciosa expresión meteorológica) ha utilizado la palabra DANA.

Pero... ¿qué es una DANA y por qué la escribimos con mayúsculas? Bien, pues DANA significa Depresión Aislada en Niveles Altos y se pone en mayúscula porque es una sigla, es decir, una palabra compuesta con la primera letra de cada una de las palabras que la conforman.

Los efectos que produce la DANA son: embolsamiento de aire frío que ocasiona lluvias torrenciales, bajada de las temperaturas y fuertes rachas de viento, lo que produce generalmente consecuencias graves. La DANA se asocia con las lluvias torrenciales que produce el fenómeno llamado gota fría, que tiene que ver con el rápido evaporamiento de gran cantidad de agua por causa del elevado calor veraniego, ascenso de esta a la atmósfera, enfriamento rápido en las nubes y caída de nuevo a tierra en forma de tormenta caudalosísima.

Antes, usábamos más la expresión gota fría, pero ahora parece haber caído en desgracia ante el empuje de la nueva palabra: DANA. Lo cual demuestra que en el lenguaje también funciona esto de las modas y cada época tiene su ciencia preferida.

Por ejemplo, a principios del siglo XX, con el empuje del psicoanálisis de Freud, se pusieron de moda tecnicismos como histeria, esquizofrenia, trauma, terapia, complejo de Edipo... Pero hoy día, parece que la informática, la ingeniería y la meteorología son más influyentes que la psiquiatría o la medicina.

La palabra DANA ha hecho también que habláramos de otra palabra, muy antigua, castiza, pero aún actual: las motas. La mota ha cedido, la mota se ha derrumbado ante el empuje del agua...

Sobre las motas, ya hicimos aquí un par de entradas hace tiempo y a ellas os remitimos:
Y otra cosa: el agua rambla, o arrambla, con todo lo que encuentra a su paso, así que no hay que ser muy listo para saber que si urbanizamos las ramblas de un lugar, tarde o temprano, las aguas querrán volver a su cauce y se llevarán consigo todo lo que encuentren en su camino. Como el furor urbanístico del género humano no tiene límites y a veces nos lleva a construir en lugares inapropiados, si alguna vez os ofrecen una maravillosa casa en una calle que se llame Rambla de no sé qué o Rambla de no sé cuántos, desconfiad. Las ramblas no son buenos lugares ni para construir casas ni para aparcar coches. Aunque lo certifiquen mil y una agencias de calidad-qué-si-yo-qué.

¡Para que luego digan que la toponimia no sirve para nada!

Y por ahora, nada más. Feliz curso a todos y todas. Y vámonos con la DANA a otra parte.



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