El protagonista es José María Pou, un actorazo, un hombre maduro lleno de saber escénico. La escenografía es de Sebastiá Brosa y resulta sumamente interesante. En escena aparece una biblioteca universitaria, donde un joven hace un trabajo sobre Cicerón, y allí ocurre la acción. La iluminación es de Juanjo Llorens, y resulta también muy interesante, acentúa los momentos de dramatismo y sabe darle énfasis a los minutos en que el protagonista parece soñar. Hay también una breve proyección sonora, obra de Orestes Gas, otro de la dinastía teatral que hace su trabajo con suma eficacia.
La obra se presentó en el 65 Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y ahora hace gira por los teatros de España.
La producción y distribución corre a cargo de Focus.
En fin, doy todos estos datos porque Viejo amigo Cicerón resulta una obra de esas en la que todo está perfecto. Original puesta en escena, magnífica dirección, buenísima interpretación y un texto maravilloso. Ernesto Caballero consigue hacernos entender que el mensaje de los clásicos aún sigue vigente. El vestuario es actual, para que nos demos cuenta de cómo en el mundo de hoy muchas de las reflexiones ciceronianas sobre la política y el poder siguen siendo útiles. Cicerón lucha por la democracia y paga con su vida su oposición a la tiranía.
Un espectáculo muy, muy recomendable.
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