Si queréis ver una exposición chuli, "Cierzo, viento del Ebro", organizada por el Ayuntamiento de Zaragoza, expuesta en el Centro Ambiental del Ebro, Plaza de Europa, 1-3. De martes a viernes, de 11:00 a 13:00 y de 18:00 a 20:00. Sábados y festivos, de 12:00 a 14:00. Lunes cerrado. Hasta el 28 de febrero.
Este pasado miércoles, 15 de enero, el Heraldo Escolar le dedicaba una página doble a la exposición. La intensidad del viento se registra en Zaragoza desde hace 150 años. Los datos se mandan a Madrid, al Instituto de Meteorología. A Zaragoza la llaman "la novia del viento", un nombre casi poético, gracias al cierzo. Y es que este viento llega a soplar con una intensidad de 160 km/h, ¡casi na!, aunque normalmente lo hace con mucha menos potencia. Por encima de 55-60 km/h, ya empieza a ser peligroso.
No es un viento que traiga humedad, sino que se la lleva, es desecante, funciona como un aspirador. También es persistente, pues sopla 150 días al año, y racheado.
Los romanos ponían nombres a los vientos: Eolo, el dios de los vientos; Bóreas, un viento violento y bronco... El primero en nombrar a Cercius, Cierzo, fue Catón el Censor, cónsul romano que estuvo en Hispania luchando en el siglo II a. de C. De él dijo:
"Al hablar te llena la boca, derriba hombres armados y carros cargados".Y es que el cierzo erosiona los cabezos y los deja sin vegetación, inclina los árboles, vence la vegetación. Marcial también cita al cierzo. Pero también tiene efectos positivos: limpia la contaminación y la enfermedad. En 1834 Pascual Madoz afirmaba que, en cuanto llegó el cierzo, se marchó la peste de Zaragoza.
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