-¡A ver! -grita el sargento airado al soldado recién incorporado a filas-, ¿cuáles son las partes del fusil?
Y el muchacho, con aire marcial, responde seguro:
-Las partes del fusil son dos, mi sargento, fu- y -sil.
El chaval había estudiado gramática en el cole.
Esta anécdota tan simpática nos la cuenta Alex Grijelmo en su didáctico libro La gramática descomplicada. ¿Por qué ha fallado la comunicación en este caso? Simplemente, porque quien responde a la pregunta ha entendido mal el contexto comunicativo, la situación de comunicación en la que estaba inserto.
Algo parecido ocurre en el famoso refrán "No le busques los tres pies al gato". Siempre que sale este refrán, hay un "listo" que dice algo así como "Pero si el gato tiene tres pies... ¡y hasta cuatro!" Bueno, pues, no. Puestos a ser precisos, el gato ni tiene cuatro pies ni cuatro piernas, ¡el gato tiene... cuatro patas, pero cero pies!
Entonces, ¿a qué pies se refiere el dicho popular? Pues obviamente se refiere a pies silábicos, esos que en la métrica -o sea, cuando hacemos poesía- son tan importantes. Y entonces, sí que el gato tiene dos pies (métricos, fonológicos), ga- to, como el fu-sil del soldado morfológico, y por eso no podemos hallarle tres, por más que busquemos.
¿Queda claro?
Pues has-ta-la-pró-xi-ma-en-tra-da, a-vem-pa-cia-nos (¡¡¡Uff!!! Esta oración debe de ser por lo menos un ciempiés)
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