Una foto de la tumba de Jovellanos, en Gijón.
Y otra, de la celda de Feijoo, en el Museo Arqueológico de Oviedo, sito en el antiguo convento de San Vicente, donde vivió nuestro ilustrado monje astur-gallego.
Y es que en Asturias la Ilustración tuvo fuerza. Llegó. Falta hacía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Envía tus comentarios