domingo, 2 de enero de 2022

Depende, todo depende... La otra versión de los cuentos tradicionales

¿Y si no era como te lo habían contado? Los alumnos de 3º de ESO han preferido la versión de algunos antagonistas de los cuentos tradicionales, ahí van.

LA OTRA VERSIÓN DE... HANSEL Y GRETEL



Muchos de vosotros ya conoceréis la historia de Hansel y Gretel, esos pobres niños que fueron secuestrados por una malvada bruja, pero… ¿Y si hubiera otra versión de lo ocurrido? Me llamo Griselda Wanda Van Tonder. Actualmente me encuentro en la prisión de máxima seguridad de Berlín, recuperándome de las quemaduras que me provocó el agua hirviendo de la olla en la que caí, empujada por Gretel. Se me acusa de haber secuestrado, torturado… a unos niños ruidosos y tragones que se dedicaban a robar pedazos de mi humilde casa. Tras haber recurrido numerosas veces a las autoridades sin haber obtenido ningún apoyo, me tomé la justicia por mi mano.

Anciana y sola como estaba, decidí ofrecer a Gretel un trabajo con el que pagar todos los destrozos que habían hecho en mi casa a lo largo de los meses. Pero Gretel, con su egoísta actitud, se lo dijo a Hansel, quien me amenazó. Me intimidaron y tuve que actuar en defensa propia y, en un descuido, le empujé en una jaula, que tenía para guardar el ganado. Yo les alimentaba muy bien porque no soy tan mala persona. Lo de que me lo iba a comer cuando engordara lo suficiente, eso es una leyenda.

Aún me quedan dos años de prisión. Mientras tanto, terminaré de escribir mi libro de recetas de cocina, mmm. La venganza se sirve en plato frío. 

Sara Laborda Velázquez, 3º B


MENOS LOBOS…


Era un día normal como cualquier otro. De repente, vi a una persona. Me sorprendió, ya que no solía pasar nadie por esa parte del monte. Llamaba la atención porque iba vestida de rojo, así que decidí ir a preguntar si se había perdido. Al llegar, vi que era una niña. Su cara me resultó familiar, pero no sabía por qué, hasta qué caí. Era igualita al hombre que mató a mi hermano. Entonces le pregunté si era pariente de Juan Pablo de la Sierra, ella dijo que sí. En ese momento, me consumió la rabia y las ganas de vengar la injusta muerte de Iskar a manos de un cazador furtivo. Después de un rato hablando, ideé un plan. Al parecer, iba a casa de su abuela, que estaba en una zona que yo conocía muy bien porque era mi territorio de caza. Le indiqué el camino más largo, diciéndole que era un atajo.

Cuando llegué a la casa, vi a la anciana sentada en la cama. Todo se precipitó y cambié mis planes. Yo tenía hambre, llevaba tres días sin apenas probar bocado. La mujer me miró aterrorizada. No lo dudé, la sed de venganza y el hambre decidieron por mí, me la comí. Mi primera idea era acabar con la niña, no con ella, pensaba esconder a la vieja y disfrazarme con sus ropas, pero todo se alteró.

Al llegar, la niña me vio porque no me dio tiempo a cambiarme. Preguntó dónde estaba su abuela y, para que sintiera el mismo dolor que yo sentí aquel día, le dije que me la había comido y estaba muerta. Corrió horrorizada y yo me dirigí a mi guarida a reposar la comida.

No creo que fuera más gratuita la muerte de la anciana que la de mi hermano, uno de los pocos lobos que quedaban en la zona. Lo mío era cuestión de honor y supervivencia.

Ixeya Losilla Cortés, 3ºA

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