martes, 4 de enero de 2022

"Los Reyes son los bares", una campaña publicitaria para animar el consumo navideño

 "Los Reyes son los padres". Con esta frase terminan muchas ensoñaciones infantiles. Con estas palabras, muchos niños en España acaban su época ingenua y transitan rápidamente a la vida adulta. Fin de la credulidad. Comienzo de la desconfianza. La duda metódica de Descartes. ¿Así que los Reyes...? ¡Vaya por Dios!

La publicidad juega con los tópicos de nuestra vida cotidiana con un objetivo servil, de acuerdo: vender, pero usando con eficacia múltiples recursos enfáticos y no exentos de creatividad, en muchas ocasiones. A veces, sucede que los anuncios, los carteles, son pequeñas obras de arte.

No sé si lo de ahora llegará a tanto, pero sí podríamos decir que este cartel, que he visto en mi ciudad, Zaragoza, en múltiples marquesinas y soportes publicitarios, durante el regreso navideño, intenta jugar  eficazmente con algo que todos conocemos:


"Los Reyes son los bares. Y tú, ¿qué les vas a pedir?"

Esta frase ondulante, con vaivenes, inspirada en la rima asonante padres-bares, no podríamos entenderla sin el contexto pandémico que estamos viviendo. Los bares y restaurantes, los locales del ocio nocturno, las discotecas, los pubs, los chiringuitos... Todos esos negocios que forman parte de nuestra cultura cotidiana viven ahora tiempos de precariedad. 

En Navidades esperaban un respiro. Cenas de empresa, cotillones, comidas familiares, pero... Nada de nada. Otra vez lo mismo. Cierres, restricciones, cancelaciones de reservas... A apretarse el cinturón en lugar de desabrochárselo.

Por eso el anunciante (Ámbar, un fabricante zaragozano de cerveza) pide ayuda a la gente. Los bares, como los padres, nos han dado mucho, ¿no? Hemos vivido allí momentos inolvidables, ¿estamos? Así que ahora toca ayudar. Y por eso los de Ámbar han creado su hastag twittero: #Todo lo bueno acaba en -bar, jugando con su propio nombre de marca. Y con la gramática. Olé.

De ahi el "Y tú, ¿qué les vas a pedir?", con un interlocutor identificado, concreto, individualizado: cada uno de nosotros.

Aparte de que podamos estar de acuerdo o no con el mensaje, lo cierto es que la campaña publicitaria cumple muy bien sus objetivos: el impacto. Tiene pegada, ¿verdad? Anima a visitar... ¿el mar? Bueno, más bien el bar. Aunque si nos pasamos de cañas, acabaremos igualmente... mareados. De babor a estribor.

Si nos fijamos bien en el diseño del cartel, hay un fondo azulado, característico de la noche; unas estrellitas brillantes que son las luces de las viviendas; una estrella más grande que nos guía cual pastorcitos... ¿al portal de Belén? Bueno, sí. A ese nuevo portal que es el bar, la casa mayor iluminada que ocupa el centro del montaje. Y allí vamos los parroquianos, los clientes, los feligreses, o sea, cuales Reyes Magos. A adorar al niño que acaba de nacer. A tomar nuestras cañitas en compañía, con los amigos.

Todo muy sacroprofano, como podemos ver/leer.

Cada momento requiere una estrategia. A no ser por la época tan crítica que están viviendo la hostelería, la restauración y la industria del ocio y del espectáculo en estos momentos, esta campaña podría juzgarse quizá "de mal gusto", "demasiado explícita", "nociva", "tóxica", "irreverente"... Pero estamos como estamos y no para andarnos con remilgos. Así que... ¡viva la explicitud!

Todos a los bares. A pedir, que falta hace.

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