Ya sé que pueden resultar bizarras algunas de las recomendaciones que hago durante mis clases, pero sigo diciendo que una buena dosis de cine fantástico resulta un maravilloso estimulante para enfrentarse al ambiguo mundo de la sintaxis. El análisis sintáctico se encuentra más cerca de la fantasía que de la ciencia, lingüística y matemáticas son aliados tan fatales como Drácula y Van Helsing o, por poner un ejemplo más modernete, Michael Meyers y el doctor Loomis. Sí, sí, ya sé que hay ocasiones en las que una oración es como es, por más que nos empeñemos no tiene más que una triste posibilidad de análisis; pero lo bonito es cuando caben más posibilidades interpretativas que las que favorece el famoso monolito de 2001.
Así que reitero lo dicho, nada mejor que el visionado de una potente película de ratas gigantes que devoran a la especie humana tanto antes como después de enfrentarse a los tediosos ejercicios que durante estos días estamos llevando a cabo durante las clases.
El título que recomendé el otro día, El alimento de los dioses, es una película de serie b dirigida por un especialista en el género: Bert I. Gordon (de este curioso cineasta han estado pasando últimamente en La Sexta 3 un bodrio infumable que lleva por título El imperio de las hormigas). Pero el amigo Bert, con esta adaptación de un texto de H. G. Wells, dio en la diana, y logró una película efectista que aún hoy, en plena era digital, logra impactar. De acuerdo, los trucajes son rudimentarios (aunque muy logrados) y el argumento tópico, pero, tenéis que creerme, algunas de las escenas de este pequeño clásico de los 70 quedarán grabadas en vuestras retinas para siempre.
Por cierto, como ya comenté, hay segunda parte, que todavía no he visto a pesar de formar parte de mi extravagante colección de películas (esta la tengo en una vieja caja de VHS, hermosa como un pergamino).
Lo dicho, nada mejor que una buena ración de ratas gigantes (y otras sorpresas de similar tamaño que ofrece la película) para hacer frente a los sintagmas más descomunales.
¿A qué es bonito el cartel?
Pues sí, señor. Mu bonito. Saludos.
ResponderEliminarJajajaja, pues yo no he visto la película, pero sí, el cartel tiene su gracia.
ResponderEliminarDe todos modos, me gusta más el cartel de la película de Sweeny Todd. No se por qué, pero adoro esa película...es más, cualquier película de Tim Burton me vale.