No se debe confundir con la Conmemoración de los Fieles Difuntos.
En este día la Iglesia celebra fiesta solemne por todos aquellos difuntos que, habiendo superado el purgatorio, se han santificado totalmente, han obtenido la visión beatífica y gozan de la vida eterna en la presencia de Dios. Por eso es el día de «todos los santos».
No se festeja sólo en honor a los beatos o santos que están en la lista de los canonizados y por los que la Iglesia celebra en un día especial del año; se celebra también en honor a todos los que no están canonizados, pero viven ya en la presencia de Dios.
Es frecuente que este día las grandes catedrales exhiban las reliquias de los santos.
HISTORIA
La Iglesia primitiva acostumbraba a celebrar el aniversario de la muerte de un mártir en el lugar del martirio.
Frecuentemente, los grupos de mártires morían el mismo día, lo cual condujo naturalmente a una celebración común.
En la persecución de Diocleciano, el número de mártires llegó a ser tan grande, que no se podía separar un día para asignársela.
Pero la Iglesia, creyendo que cada mártir debía ser venerado, señaló un día en común para todos.
La primera muestra de ello se remonta a Antioquía en el domingo antes de Pentecostés.
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