Gracián (Calatayud, 1601-Tarazona, 1658) es uno de los autores aragoneses más internacionales. Era un clérigo del Barroco (siglo XVII). Se caracteriza por un estilo breve, personal, denso, concentrado y polisémico, en el que domina el juego de palabras y las asociaciones ingeniosas. Su lenguaje es lacónico, lleno de aforismos y rico.
Como buen autor barroco, es pesimista. Para él, el mundo es hostil y engañoso, y en el prevalecen las apariencias frente a la virtud y la verdad. El hombre es un ser débil, interesado y malicioso. Todo ello le ha valido a Gracián ser considerado un precursor del existencialismo y de la postmodernidad. Influyó mucho en autores como Nietzsche y Schopenhauer.
El criticón apareció en 1651, firmada por el anagrama García de Marlones, tuvo problemas con los jesuitas y fue depurado, castigado a pan y agua, desposeído de su cátedra en Zaragoza y desterrado a Graus. Parcialmente rehabilitado, se instaló en Tarazona y allí murió.
El argumento de esta novela alegórica (simbólica) es el siguiente: Un náufrago, Critilo, hombre experimentado, de razón (racional), es arrojado a las costas de la isla de Santa Elena, donde conoce a Andrenio, el hombre natural, criado por un animal al margen de toda civilización, y a quien Critilo enseña a hablar. Andrenio le cuenta cómo nació en una cueva cerrada y tras un terremoto, vio la luz y la hermosa Naturaleza, comprendiendo que solo podía ser obra del Supremo Artífice. Son rescatados por una flota española y juntos comienzan una larga peregrinación alegórica en diversas etapas en la Corte de España, Aragón, Francia y Roma en busca de Felisinda (la felicidad), esposa deseada por Critilo y madre de Andrenio, para al final de su vida alcanzar la Isla de la Inmortalidad.
Se divide en crisis (=capítulos) y alberga una doble lectura —si no más— en los planos real y filosófico. El contenido del relato se configura temporalmente a través de un eje cronológico que comprende el ciclo vital del hombre, asociado a las estaciones del año (primavera=niñez, verano=juventud, otoño=madurez, invierno=vejez). Este progresa de manera lineal, pero recorrido por constantes digresiones e interrupciones del hilo narrativo.
La obra tiene sentido del humor y surrealismo. Las alegorías de Gracián enlazan con los caprichos de Goya y el cine de Buñuel. Nos describe la realidad escapando de ella, pero con crítica, fantasía y delirio.
A disfrutar
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