La idea principal era que dos personas se sentaran alrededor de la tabla, colocarán la punta de sus dedos en la placa, realizar una pregunta y esperar a que la placa se moviera y respondiera. Sin embargo esta es la historia comercial de la tabla como un juego, pero los orígenes de la ouija datan de mucho antes, aunque no se ha podido especificar hasta ahora.
A pesar de que la ouija se remonta a las actividades espiritistas en Europa, el boom en Estados Unidos se dio en el siglo XIX, específicamente en 1848 con las hermanas Fox, que vivían en el norte de Nueva York, quienes aseguraban recibir mensajes del más allá. Las sesiones espiritistas no eran mal vistas, al contrario, se podía compaginar con la practica del cristianismo, pues no tenía nada de malo contactar espíritus y menos en una época donde muchos morían jóvenes.
Comunicarse con los muertos era común, no era visto como algo extraño o bizzaro. Es difícil imaginar que hoy, vemos eso y pensamos “¿Por qué están abriendo las puertas del infierno?”, afirma Robert Murch, historiador que ha estudiado la Ouija desde 1992.
Por supuesto que esto no pasaba por la mente de las personas del siglo XIX, ellos solo querían comunicarse con sus muertos, aunque la frustración crecía cada vez más pues estos mensajes se tardaban en llegar, sobretodo si esperaban un golpe en la letra adecuada para armar la oración. Ahí es cuando entró la compañía Kennard Novelty, los primeros en comercializar la tabla Ouija.
Charles Kennard se reunió con varios inversionistas en 1890, entre ellos Elijah Bond (abogado y topografo de Baltimore) para comenzar la compañía, exclusivamente para la construcción de “la tabla que habla” y quienes realmente le pusieron el nombre de Ouija, que, según la investigación de Murch, no proviene de la combinación de ‘oui’ (sí en francés) y ja (sí en alemán), sino que fue Helen Peters (hermana de uno de los inversionistas, Elijah Bond, y supuesta médium) fue quien propuso el nombre, que significa ‘buena suerte’.
Para lograr patentar la tabla, Helen Peters y Elijah Bond debían demostrar a las autoridades que en realidad la tabla funcionaba. Fue una simple prueba, los espíritus debían deletrear el nombre del encargado de patentes (que, cuenta la leyenda, Peter y Bond desconocían) y si era correcto, la patente era suya. ¿Qué pasó? El 10 de febrero de 1891 lograron la licencia del juguete. La compañía no explicaba como funcionaba la tabla, solo aseguraba que era verídica, este misterio la hizo un éxito rotundo y llevo a que Kennard Novelty pasará de tener una fabrica a siete en diferentes ciudades.
En los años 20 creció la popularidad de la tabla y después de la Segunda Guerra Mundial llegó a vender 50 mil unidades. En 1967 fue adquirida por Parker Brothers y tan solo en ese año se vendieron 2 millones de tablas, ganándole así al clásico Monopoly.
Por supuesto que no todo era felicidad, hubo varios reportes de crímenes donde los autores aseguraban que la ouija les había indicado cometer asesinatos. Por ejemplo, una mujer en Nueva York aseguraba que la tabla le dijo que matara a su madre y dejara el cuerpo 15 días en su sala antes de enterrarla.
Poco a poco la ouija se fue convirtiendo en un objeto diabólico, pero fue hasta 1973 con el estreno de El Exorcista, que la gente comenzó a verla como una puerta al infierno. Y gracias a grupos extremistas religiosos, esta leyenda creció.
Esto por supuesto no ha dejado que su popularidad baje, con el auge de películas de terror que utilizan la ouija en sus escenas, la curiosidad por este objeto crece y crece cada vez más.
A continuación un ejemplo en vídeo de el puntero de una ouija moviéndose solo, sin que nadie lo manipule:
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