Esta expresión latina que significa ´Dios desde la máquina´, proviene de los antiguos teatros griegos y romanos. Para terminar las obras y resolver la trama de estas, un elemento mecánico introducía en el escenario a un actor que interpretaba a una divinidad que daba un gran giro argumental y entraba en escena deshaciendo el enredo dramático y solucionándolo todo.
Se utilizó originalmente en el teatro griego por Esquilo y Sófocles, más tarde se comenzó a usar con bastante más frecuencia como recurso en las obras de Eurípides.
Se pueden encontrar ejemplos muy claros que desestabilizan la coherencia haciendo que todo lo demás gire entorno a la trama principal; por ejemplo, la aparición de un héroe en el último momento capaz de arreglarlo todo. Por ejemplo, el caballo del malo siempre corre despacio para que lo coja el bueno. O justo en el último minuto llega el héroe a salvar a la chica pilotando un avión de guerra de vuelo vertical. O el malo inexplicablemente antes de matar al bueno le cuenta todos sus planes...
En definitiva, el deus ex machina es un recurso para solucionar una trama que ya está muy enredada de una manera rápida y facilona, bastante criticable: llega alguien con superpoderes y lo arregla todo. Final feliz.
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