Con el término Santo Grial se conoce desde muy antiguo a la copa que utilizó Jesucristo en la Última Cena para instituir el sacramento de la Eucaristía. Por lo tanto, es considerada una de las reliquias más importantes de la cristiandad. Otras tradiciones afirman que, al día siguiente, José de Arimatea también recogió en él la sangre que brotaba del cuerpo de Jesús en la cruz o quizá pudo ser la que limpió de su cuerpo antes de enterrarlo en el sepulcro. En cualquier caso, se trata de una vaso de especial importancia porque contuvo la sangre de Jesucrisito.
Generaciones de hombre han ansiado su posesión y se han dedicado a buscarlo hasta la actualidad convirtiendo este concepto en todo un icono de lo misterioso. Encontrarlo fue obsesión de los templarios e incluso de los dirigentes nazis. El hecho de haber estado en contacto directo con la sangre de Jesucristo alimentó la creencia de que esta reliquia tenía unos poderes extraordinarios.
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