Dices quererme
y luego me agredes.
Afirmas respetarme,
pero solo sabes insultarme.
Aseguras que me controlas,
porque en verdad me valoras.
Crees que tus celos
son amor verdadero.
¿De verdad piensas que tu perdón
me servirá como prueba de amor?
Lo lamento mucho, señor,
pero ya no tiene mi corazón.
Ahora soy fuerte, valiente.
Ya no seré más su juguete.
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