sábado, 4 de mayo de 2019

"El holandés errante" (1843), de Richard Wagner

Richard Wagner fue uno de los mayores compositores de ópera de la historia. Una de sus obras más representadas es El holandés errante. Una historia de barcos fantasmas inspirada en varias leyendas europeas. Wagner sitúa la acción en Noruega y sus costas porque él y su primera esposa, Minna, sufrieron una tempestad terrible en el mar y su barco tuvo que refugiarse en aquel país.

La obertura de la ópera nos hace pensar en olas gigantescas, vaivenes, fantasmas... Wagner fue el maestro del leitmotiv, una técnica que consiste en repetir durante toda la obra la misma melodía e identificarla con un personaje, de manera que cuando el espectador escucha ciertos tonos sabe que va a aparecer en la escena un determinado personaje. En la obertura resume muy bien Wagner todos los tonos del leitmotiv que va a utilizar después.

La historia es más o menos la siguiente: El pescador noruego Daland tiene que refugiarse en un fiordo a causa de la terrible tempestad que azota los mares. Allí encuentra un extraño barco de velas rojas al que le ha ocurrido lo mismo. Su capitán es un holandés. Daland habla con él, le dice que tiene una hija y el holandés se la pide como esposa. Daland, viendo que es un hombre rico, acepta y cuando termina la tormenta ambos barcos se dirigen al puerto de Sandwike.

En el puerto está la joven e inocente Senta, fascinada con una vieja leyenda sobre un marinero holandés castigado a navegar eternamente porque un día retó a los cielos durante otra tempestad. Según la leyenda, el holandés solo puede bajar a tierra una vez cada siete años y podrá liberarse de su condena si encuentra una mujer fiel que lo ame. Senta mira un retrato del holandés, al que ama sin conocerlo, y quiere ser esa mujer. Por otra parte, de Senta está enamorado Erik, el cazador. Él se da cuenta muy pronto de que no tiene oportunidades con la chica, sobre todo cuando ve llegar al padre con el misterioso navegante. Senta, al verlo, lo reconoce como el marino maldito y promete serle fiel hasta la muerte. Pero se produce un malentendido entre los amantes y el holandés siente que Senta lo ha traicionado y regresa a su barco para seguir con su eterna maldición. Pero Senta se arroja al mar desde el acantilado para demostrar su amor y su fidelidad. El barco del holandés desaparece entonces bajo las aguas, se cumple la leyenda y el marino puede descansar por fin en paz.


Más información:
  • Alcolea, Ana (2018), El maravilloso mundo de la ópera.  Ilustr.: Óscar T. Pérez. Madrid: Anaya.

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