La historia es más o menos la siguiente: El comienzo es con el famoso brindis que reproducimos más abajo. Violeta Valéry y sus amigos brindan por la vida y la fiesta. Ella es una cortesana, es decir, una mujer mantenida, que vive de sus amantes. Está enferma de tuberculosis y quiere vivir plenamente el tiempo de vida que le queda. El joven Alfredo Germont está enamorado de ella, pero ella no se lo toma en serio, porque no cree que el amor de verdad sea para una mujer como ella. Pero después decide darle una oportunidad al Amor: amar y ser amada. Así que los dos de van al campo, se alejan de París, llevan una vida tranquila, feliz. Violeta recibe muchas invitaciones a fiestas, que rechaza. Solo quiere estar al lado de Alfredo.
Todo va sobre ruedas hasta que aparece el padre de Alfredo, el señor Giorgio Germont, él le pide a Violeta que deje a su hijo, porque la mala reputación de ella está manchando al apellido Germont. Incluso le dice que a su hija, la hermana de Alfredo, la va a dejar su novio por no emparentar con una familia con un renombre en entredicho. Además, le recuerda a Violeta que no será joven y bonita toda la vida, que Alfredo acabará cansado de ella. Así que le pide que haga de ángel protector de los Germont y permita a Alfredo irse. ¿Cómo conseguirlo? Simplemente, dándole celos, volviendo con alguno de sus antiguos amantes. Alfredo se enfada mucho al saberlo, va a una fiesta parisina donde está ella y se comporta como un bruto, lanzándole a la cara, delante de todos, a Violeta un montón de dinero y diciendo delante de todos que ya le ha pagado todas sus deudas.
Violeta enferma para morir. Espera en su apartamento de París a que venga Alfredo, lee una carta del señor Germont en la que le dice que ha hablado con su hijo y le ha contado todo, le promete que irán a verla. Ella espera y espera y cuando está a punto de morir, recibe la visita de Alfredo y su padre. Ella se pone muy contenta, le dice al médico que se va a curar, que el amor la va a sanar. Quiere salir de casa, ponerse bonita para Alfredo, pero las fuerzas le fallan y muere en los brazos de él, que llora desconsoladamente.
Y eso, en la ópera. En la novela de Dumas, aún es peor: Alfredo, que aquí se llama Armando, no llega a tiempo. Y Violeta, que ahora es Margarita, se muere sola.
- Alcolea, Ana (2018), El maravilloso mundo de la ópera. Ilustr.: Óscar T. Pérez. Madrid: Anaya.
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